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Lectura Bíblica

Hageo: Una cuestión de prioridad

¿Por qué viven ustedes en casas lujosas mientras mi casa permanece en ruinas?”. Hageo 1:4

Estamos en una época donde lo accesorio parece colocarse encima de lo esencial. Vamos al mercado y estamos pendientes de la Nutella, al casarnos nos preocupa más la ceremonia y el boato, en la casa no falta lo mejor de la tecnología, y en la iglesia nos ocupamos de un buen sistema de sonido. ¿Y el alimento balanceado? ¿Y la pareja que nos ame hasta el final? ¿Y los baños y la cocina? ¿Y el presupuesto para Biblias? Nada de eso importa. Lo importante es lo secundario, lo vistoso, lo entretenido, lo superficial.

Tomar en cuenta las prioridades es importante en la vida. Y eso es exactamente lo que Hageo enseña en su pequeño libro profético de sólo dos capítulos. Este profeta vivió hace 2.500 años, pero para ese entonces, ya el hombre había perdido el sentido de lo verdaderamente importante. Es que el ser humano es el mismo de siempre, desenfocado, perdido, y fatuo. Vamos a ver qué podemos aprender de Hageo…

El reino del sur, Judá, cuya capital era Jerusalén, fue víctima de varios cautiverios producto de la desobediencia y la rebeldía del pueblo. En el año 536 a.C. los judíos son liberados del yugo babilónico y regresan a su tierra. Al llegar encuentran una gran destrucción y desolación, lo cual requiere que todos pongan manos a la obra. Zorobabel es el líder a cargo, el gobernador por así decirlo. Todos comienzan a reconstruir la ciudad para hacerla habitable, lo cual no es nada malo. El problema es que pasaron los años y no se ocuparon en terminar de reconstruir el templo del Señor.

El templo de Jerusalén era el centro religioso de la vida nacional. Allí se practicaba todo el sistema de sacrificios, detallado hasta lo más mínimo en la Torah. Allí la tribu de Leví estaba a cargo de todas las actividades litúrgicas y el pueblo giraba en torno a las fiestas religiosas que se celebraban en ese templo. Salomón lo había construido con un lujo esplendido, por órdenes expresas de Dios mismo. La inauguración de ese templo fue llena de significado, y allí estuvo Dios presente, llenando el lugar con Su gloria y majestad. Ese mismo día, el Señor prometió habitar ese santo templo y atender las plegarias del pueblo, sólo si éstas venían acompañadas de un corazón humillado.

Ese esplendor tan maravilloso de ese templo se perdió con su destrucción de mano de los enemigos de Israel, en el año 587 a.C. Pocas eran las personas que recordaban sus amplios atrios, su lujo y solemnidad. Y quizás esto es lo que hizo que las obras de reconstrucción se tardaran y se perdieran en medio de la construcción de la ciudad… ¡Ya nadie recordaba el gran templo de Salomón, el lugar donde Dios tenía Su habitación! El único que recordó el templo fue el Señor… “¿Por qué viven ustedes en casas lujosas mientras mi casa permanece en ruinas?”. Dios no puede entender las prioridades de Su pueblo.

En la antigüedad se creía que las deidades eran territoriales. Cada pueblo tenía sus dioses y estos habitaban en las regiones donde sus fieles vivían. Esta es la razón por la cual Dios manda a decir al faraón que deje a Su pueblo en libertad para que le adoren en Su propia tierra. El Señor sabía la manera de pensar del faraón y negocia con él en sus propios términos culturales. Este concepto territorial también rigió muchas de las liberaciones del pueblo de Dios a lo largo de la historia. Hombres como Ciro entendieron el derecho de todos a adorar a sus dioses en su propia tierra. Daniel tenía la costumbre de orar con su cuerpo dirigido hacia Jerusalén porque sabía que allí habitaba el Señor.

Así que el templo era sumamente importante para Dios, para los líderes, para el pueblo y hasta para sus enemigos, si se quiere. ¿Cómo es que no terminaron su reconstrucción como primera cosa en la lista? Muchos creen que el problema estaba en los recursos disponibles… Nadie contaba con los recursos inagotables del gran rey Salomón, esa época era parte de la historia ya. Otros creen que la nueva generación no sabía de la importancia del templo porque realmente eran hijos del cautiverio, no conocían otra realidad nacional. Sea como sea, el caso es que Dios no se olvida de Su templo y reclama su reconstrucción.

El problema está en el orden de prioridades… “Ustedes viven en casas lujosas y la mía está en ruinas”. Debió haber sido muy triste para Dios ver que Él no era el número 1 en la vida del pueblo. La ciudad estaba reconstruida, los muros la protegían y el templo aún estaba a medio hacer. El desánimo cundía en todos. La tarea de Hageo era animar al pueblo a terminar el templo, porque en realidad, ocuparse del templo era una manera de reconocer que todos querían a Dios habitando en medio de ellos. Y no había excusa posible. En el 2:8 y 9, Dios les dice que Él es el dueño del oro y la plata, y que Él haría que la gloria futura de este nuevo templo fuera aún más brillante que la pasada. ¿Qué podía frenarles en las labores de culminación? ¡Nada!

En el año 520 a.C. terminó la reconstrucción y en 516 fue dedicado con mucha ceremonia. Lo único que faltaba a este templo fuel el Arca del Pacto, que se perdió para no aparecer más, muy a pesar de los esfuerzos ficticios de Indiana Jones y de Steven Spielberg. Ese templo fue hermoseado por Herodes El Grande y destruido por el emperador Tito en el año 70 de nuestra era. Desde su reconstrucción hasta su destrucción definitiva, el segundo templo vivió 600 años de historia, como el centro indiscutible de la vida de Jerusalén.

¿Cómo es que Dios tuvo que insistir en la construcción de un edificio tan vital para la vida religiosa de la nación de Israel? Lo repito, el problema está en el orden de prioridades. La pregunta que Hageo nos hace realmente es, ¿dónde está Dios en tu lista de prioridades? Es fácil distraerse con los valores de este mundo pero, aun así, la pregunta sigue resonando…

En medio del día a día, ¿dónde está Dios?

Por Francis Sanchez

Hola, soy Francis. Me gusta escribir y creo que lo hago bien. Llevo mucho tiempo escribiendo sobre temas biblicos, ya que trabajo como voluntaria Sociedades Bíblicas Unidas de Venezuela.

Estoy casada y tengo dos hijos adultos. Mi hijo mayor siempre me ha impulsado a escribir y publicar. De hecho, este blog es su regalo de cumpleanos para mi

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