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Lectura Bíblica

Jesús y las limosnas: Mateo 6:1-4

Cuando ustedes hagan una buena acción, no lo anuncien por todos lados; de lo contrario, Dios su Padre no les dará ningún premio. Si alguno de ustedes ayuda a los pobres, no se ponga a publicarlo en las sinagogas ni en los lugares por donde pasa la gente; eso lo hacen los hipócritas, que quieren que la gente los alabe. Les aseguro que ése es el único premio que ustedes recibirán. Cuando alguno de ustedes ayude a los pobres, no se lo cuente a nadie.Así esa ayuda se mantendrá en secreto, y Dios el Padre, que conoce ese secreto, les dará a ustedes su premio”.

Estamos en una época difícil en todo sentido: La economía es prácticamente inexistente, los valores humanos están por el suelo, y la pandemia arrasa con los más débiles. Y entonces, parece que nos estuviéramos acostumbrando a lo malo, a la enfermedad y a la muerte. A propósito del Covid-19, muchos enferman y deben recurrir a la ayuda de familiares, hermanos en la fe y amigos. Se ha hecho muy famosa esta plataforma de ayuda llamada GoFundMe, donde se pueden recoger fondos de manera segura y rápida.

Pero, todo esto me lleva a pensar cuáles son las directrices bíblicas en cuanto a las prácticas de misericordia con el prójimo. Porque, si han donado dinero para sus amigos y allegados, ya se habrán dado cuenta que no hay nada más chismoso que una foto de la transferencia que haces… ¿Qué dice la Biblia en cuanto a esto? Veamos el pasaje que habla de las limosnas… Sí, yo sé, “limosna” es un término que ha llegado a ser denigrante y peyorativo, pero en realidad, en un principio su connotación era más noble.

Todas las religiones organizadas contemplan expresiones de fe y piedad que se traducen en obras prácticas que benefician al hombre y a su espíritu. Esto tiene que ver con prácticas de justicia y responsabilidad social. Los judíos no escapan de esta realidad. Jesús dicta cátedra sobre una triada de ritos de misericordia, que son considerados los tres pilares de la piedad judía, como lo son las limosnas, la oración y el ayuno. Jesús busca dar el verdadero sentido a estos actos y así establecer la intención primaria que Su Padre quiso imprimir a estas prácticas desde que fueron dadas a Su pueblo en la antigüedad. Estas tres actividades eran de carácter obligatorio.

Todo judío había sido instruido para ser misericordioso con el pobre, la viuda, el huérfano, y el extranjero, cuatro grupos que eran considerados minorías sociales de gran riesgo y que requerían de los actos de bondad de su prójimo. Es por eso que Jesús no pone en duda que los judíos no cumplieran con su deber. Sin embargo, su visión de este deber social irá más allá de las implicaciones humanas. Jesús se encargará de tratar el asunto con la verdadera dimensión espiritual que sólo Su Padre podía darle, según su santa voluntad. Si los judíos querían llegar a ser ciudadanos del Reino de Dios tendrían que redimensionar su manera de practicar la piedad y la misericordia con su prójimo. Lo mismo se espera de nosotros, los cristianos de hoy en día.

La justicia a la que se refiere Jesús en estos versículos es aquella que se ejerce como servicio al prójimo. Uno de estos actos de piedad es precisamente la expresada a través de la limosna al pobre y al necesitado, de esta manera el ser humano practicaba la justicia con el prójimo. Ahora, este acto de misericordia contemplada en la ley con carácter de obligatoriedad solía ser practicada por algunas personas prominentes de forma conspicua, para que todos pudieran ver lo generosos y piadosos que eran. Jesús advierte que aquellos que exhiban tal comportamiento no recibirán recompensa por parte de Dios.

Jesús utiliza una hipérbole o un recurso de exageración para ejemplificar gráficamente la manera como algunas personas gustaban entregar sus limosnas, como si tocaran una trompeta cada vez que daban su limosna. Por supuesto que la comparación es absurda, pero Jesús busca con ella llamar la atención acerca de aquellos que se auto promocionan como personas piadosas delante de todos. A estas personas que exhibían su piedad Jesús los llama hipócritas. Este es un término que el Señor utilizó muchas veces para referirse a los fariseos. Es una palabra que los griegos acuñaron para referirse a los actores de teatro que se escondían detrás de máscaras para representar personas diferentes a ellos mismos, traicionando así su verdadera personalidad. De esta manera Jesús asegura que quienes exhiben su piedad están tratando de proyectar una imagen que no se corresponde con lo que en realidad son.

Los hipócritas solían escoger la sinagoga o las calles más concurridas de la ciudad para entregar sus limosnas y así poder ser vistos por todos los transeúntes. Jesús reitera que la única recompensa que gozarán será aquella que proviene de la alabanza de los hombres. Lo que quiere decir Jesús es que cuando hagamos actos de piedad, como dar limosnas al necesitado, debemos buscar que todos alaben y glorifiquen a Dios por las bendiciones que recibimos a través de quienes lo aman y le sirven. Nuestra gloria no tiene lugar en la misericordia divina.

Después de dar dos malos ejemplos de cómo se comportan los hipócritas que buscan la aprobación de los hombres, Jesús procede a enseñar la forma correcta de dar limosna que agrada a Padre. El Señor lo hace a través de una imagen muy fácil de entender: El acto de dar limosna debe ser tan imperceptible al ojo del humano que ni siquiera quien da la limosna es consciente de ello (la mano derecha no sabe lo que hace la izquierda). De esta manera Jesús exalta el carácter secreto de la limosna que es vista con agrado por Dios. Nota que la imagen de la mano derecha e izquierda es usada por Jesús en el contexto de la limosna, no en la de ofrendas y diezmos, como se suele interpretar. Las normas de Jesús en lo referente a esto último no se contemplan en este pasaje.

Jesús habla finalmente de la recompensa que este último piadoso recibirá del Padre: Reconocimiento divino, que se traduce en premios espirituales de trascendencia celestial, o incluso otorgando más oportunidades de servicio al buen piadoso que agrada a Dios. Ahora, lo que habría que preguntar es, ¿ayudamos al necesitado para recibir alguna recompensa? Yo espero que no. Yo creo que nos mueve el amor y la solidaridad. Porque en momentos así, nos necesitamos unos a otros.

Por Francis Sanchez

Hola, soy Francis. Me gusta escribir y creo que lo hago bien. Llevo mucho tiempo escribiendo sobre temas biblicos, ya que trabajo como voluntaria Sociedades Bíblicas Unidas de Venezuela.

Estoy casada y tengo dos hijos adultos. Mi hijo mayor siempre me ha impulsado a escribir y publicar. De hecho, este blog es su regalo de cumpleanos para mi

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