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Lectura Bíblica

¿Mujeres indefensas?

Mujeres buenas hay muchas, pero tú las superas a todas”. Proverbios 31:29

Siempre he visto con inclinado interés el caminar de vida de muchas féminas en la Biblia. Estas mujeres me intrigan, porque vivieron en un mundo muy diferente al mío, porque se enfrentaron a retos que, quiero pensar, ya han sido superados por mi generación. Siempre me detengo a meditar en ellas, a escribir sobre ellas, a revisar y analizar su actuar, a ver qué aprendo de sus vidas. Me asombra su fuerza y resiliencia, su entereza en las circunstancias culturales que les tocó vivir, su aparente debilidad que no es tal, su belleza y gracia que anhelo para mí.

Cuando veo a las muchas mujeres de la Biblia, me niego a categorizarlas o a encerrarlas en un cajón, con una etiqueta imposible de arrancar. Me gusta verlas desapasionadamente, sin juicio, como yo quiero que me vean cuando ya no esté en este mundo. Llevo muchos años en esta labor, y el pasar del tiempo me ha llevado a considerarlas mis amigas, mis mentoras y compañeras, con las que comparto el día a día, con las que tomo té mientras leo sus aventuras y desventuras en la Palabra de Dios.

Y por supuesto que en una revisión como esta me gusta entrar en las vidas extraordinarias de las heroínas indiscutibles de la Palabra… María, la madre de Jesús, un ejemplo de coraje ante circunstancias tan inusuales (eso de ver morir a un hijo no debe ser nada fácil); la increíble mujer virtuosa, con su incansable labor como madre y esposa; la reina Ester, tan valiente, hermosa, fiel y ejemplar; Rut, humilde joven que ganó un privilegiado lugar en la genealogía más ilustre de todos los tiempos; Ana, la llorosa mujer que rogó a Dios por un hijo; Priscila, que superó a su esposo en más de una ocasión (muy bien hecho); Lidia, que no descansó hasta alojar a los apóstoles y a una iglesia en su casa… Y tantas otras que son magníficas mujeres.

Pero, ¿puedo también revisar mujeres más reales, más fallidas, abiertamente reprobables, villanas, si se quiere? ¡Claro que sí! ¿Por qué no? Estas mujeres son aún más interesantes, porque con sus fallas y maldades enseñan por dónde no meterme, cómo evitar errores tan garrafales o, si se quiere, cómo lograr la pasión que las impulsa en los momentos más cruciales de su vida. Hay muchas de estas mujeres, malas, muy malas. A ver… Dalila, y su empeño por servir a su pueblo muy a pesar de su relación con Sansón; Jezabel, una de las más infames misioneras de la Biblia, que logró introducir el culto al dios Baal y con ello acabó con la libertad de los hebreos, y le dio los más grandes dolores de cabeza a Dios; la mujer de Potifar, que acosó sexualmente a José y casi, casi logra su objetivo (le dejó la ropa en las manos, ¿o no?); la prostituta juzgada por el rey Salomón, que lo único que le importó fue conservar un hijo, no importando si éste era de otra; Atalía, la malvada abuela que pretendió acabar con toda su familia para conservar el poder real; las mujeres encumbradas cuya influencia logró expulsar a Pablo de la ciudad; Salomé, que pidió la cabeza de Juan el Bautista por consejo de su madre (¡qué bailecito!)… Y tantas otras que ahora no recuerdo.

Hay otras chicas de la Biblia que han sido víctimas de sus circunstancias, aquellas que no pudieron escapar de los rigores de su generación y su cultura. Estas mujeres están en el relato bíblico como fieles testigos de tiempos desafortunados. No son buenas ni malas, solo víctimas… Tamar, la hija de David, violada y despreciada por su hermano Amnón, a quien su padre no defendió; la hija virgen de Jefté, quien tuvo que soportar la muerte por una promesa descuidada de su padre; Mical, primera esposa de David, quien soportó las intrigas de su padre Saúl y el repudio de Dios y de su marido, y fue arrancada de los brazos de un hombre que sí la amaba (una verdadera locura); Tamar, la viuda que tuvo que engañar a su suegro Judá para asegurarse un hijo; la concubina del levita al final de Jueces, que fue violada y descuartizada inexplicablemente y sin misericordia (esto nunca lo voy a entender); la chica endemoniada de la ciudad de Filipo, que fue usada para usufructo de sus amos y liberada por Pablo… Y otras tantas mujeres que sufrieron, a más no poder, las injusticias de la vida.

Pero, aún encuentro a unas mujeres que me encantan, porque fueron corajudas, porque tomaron al toro por los cuernos y torcieron su destino, con valentía, con sagacidad, y algunas con una u otra trampa. Así, se sobrepusieron y se montaron encima de su cultura y triunfaron… Sara (madre añosa), Rebeca (novia de familia aprovechada), Lea (esposa malquerida) y Raquel (la mujer más amada de la Biblia), estas mujeres son de armas tomar, ninguna de ellas es indefensa ni débil, todas ellas hicieron lo que tuvieron que hacer para salir airosas de su sufrido rol de género… engañaron, mintieron, lucharon, se empeñaron hasta lograr cada uno de sus objetivos, muchas veces torciendo los caminos de Dios. Pero ¿quién les quita lo bailao? Son nada más y nada menos que las mujeres de Abraham, Isaac y Jacob (los patriarcas, ¡sí señor!). Ellas demuestran que las circunstancias muchas veces no me definen, y el coraje vale más que lo que me imponga la cultura.

Hay otras tantas que me inspiran… Como Rahab, quien conocía al Dios de los hebreos y no dudó en alinearse con Él; la joven sirvienta de la esposa de Naamán, que no le importó hablar con ese señor tan importante, lo importante era testificar del poder de su Dios; Abigaíl, que se ganó un marido gracias a su inteligencia (¡y qué marido!); Evodia y Síntique, que aún no sé por qué pelearon (eso me intriga mucho); la madre sirofenisa, cuya fe maravilló a Jesús; Loida y Euníce, que criaron a Timoteo con un propósito claro; Ana, aquella mujer que nunca dudó que Jesús fuera el Mesías esperado; y aquella viuda de las dos blancas, que me deja con la sensación de que nunca seré tan generosa como ella.

Y otras, otras que no recuerdo, pero que siempre saltan de las páginas de mi Biblia y me aleccionan, me abren las puertas de sus casas y de sus vidas y me hablan con pasión de tiempos legendarios, más acontecidos, menos nobles, más interesantes. Ellas me han demostrado que no existen las mujeres débiles, ni brutas, ni sumisas. Ni que tampoco es cierto que somos muy malas o muy buenas… Sólo somos mujeres muy humanas, que a veces le damos la espalda a Dios y torcemos las cosas, pero a quienes Dios no abandona, aunque muchas veces pareciera que sí.

¡Feliz día, mujeres!

Por Francis Sanchez

Hola, soy Francis. Me gusta escribir y creo que lo hago bien. Llevo mucho tiempo escribiendo sobre temas biblicos, ya que trabajo como voluntaria Sociedades Bíblicas Unidas de Venezuela.

Estoy casada y tengo dos hijos adultos. Mi hijo mayor siempre me ha impulsado a escribir y publicar. De hecho, este blog es su regalo de cumpleanos para mi

4 respuestas a «¿Mujeres indefensas?»

Bueno, mujeres en la Biblia hay muchas, pero tú y yo las superamos a todas… Tenemos un privilegio que ellas no tuvieron porque no lo conocieron así: somos hijas del Dios Eterno, Él es nuestro Padre Celestial, y esa relación paterno filial, no recuerdo haberla leído en ningún ejemplar bíblico, pero hoy tenemos la bendición de escribir esa parte de la historia de la vida de mujeres que hemos experimentado y nos hemos sostenido ante las pruebas, por la mano amorosa de nuestro Abba, (Papito lindo!!)

Creo que el papel, la importancia, la sumisión, la valentía, la fortaleza, las capacidades y todo lo que puede caracterizar a la mujer hasta el día de hoy se ha distorsionado mucho, el pecado ha distorsionado todo. Y me encanta este escrito porque definiciones como sumisión, fuerza, valentía, entre otras, se ha distorsionado en la historia hasta el punto de llamar a lo bueno malo y a lo malo bueno. Me has hecho reflexionar en estas valiosas líneas que has compartido. Feliz día mujer para ti tambien

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