“Sorbida es la muerte en victoria”. 1 Corintios 15:54c
Hay una película protagonizada por Meryl Streep y Goldie Hawn llamada La muerte le sienta bien, donde se analiza en tono de comedia la fatuidad de la belleza y de la eterna juventud. Allí, esas dos mujeres luchan por conservar su juventud y lozanía a cualquier costo, aún más allá de la muerte física. Es una película curiosa, con un título inusual que analiza un tema controversial para todos.
A diferencia de esas dos mujeres, a mi tía Hortensia la muerte no le sienta bien. Es que la muerte no le puede sentar bien a quien ha llevado una vida entera muy consciente de su Señor, de sus demandas, y de cómo agradarle. La muerte es para quien, por el contrario, lleve una vida egoísta, vanidosa y complaciente. Pero Hortensia jamás fue así. La muerte no fue diseñada para mortales como ella.
Hortensia es una de esas personas que, echando la mirada atrás, te das cuenta que ha sido parte de tu vida desde mucho antes de lo que tu memoria puede recordar. No es que ella haya estado allí presente físicamente cada día, no. Es que su influencia y buen testimonio tenían la maravillosa cualidad de acompañarte donde quiera que tú estuvieras. ¿Cuántas veces pronuncié malas palabras y recordé los regaños de Hortensia? Los que la conocimos sabemos que a ella le disgustaban en sobremanera las groserías. ¿Cuántas veces me vestí con decoro durante mi juventud para honrar su consejo y emular su ejemplo? Una vez me encontró con una hermosa falda y me elogió, reconociendo que así quería verme siempre. Ese día prometí procurarme ese elogio siempre.
Yo tuve la imperecedera experiencia de vivir muchas de mis vacaciones escolares en Guarapo, un caserío cercano al pueblo de Canoabo, en el estado Carabobo. Allí vivían mis tres tías, las hermanas mayores de mi mamá. Dilia, Elena y Hortensia llevaban una misión en ese caserío, con un templo pequeño construido casi que por ellas mismas. Cada agosto celebraban una Escuela Bíblica de Vacaciones por dos semanas, con lecciones bíblicas, cantos, manualidades, meriendas, recreación, todo. Esas tres mujeres trabajaban incansablemente para esos niños. Yo ayudaba en todo, daba clases, trabajaba mucho también.
Cuando aún era muy pequeña para encargarme de una clase, me pidieron ser asistente en la clase de mi tía Hortensia. Desde muy temprano nos reuníamos para planificarlo todo. Hortensia era una maestra maravillosa, entregada, organizada y cariñosa. Y trabajar con ella era un verdadero placer porque era tan reilona… Pasábamos las mañanas muertas de la risa con cualquier cosa que se nos ocurriera, reía tanto que la pobre se orinaba sin remedio. Siempre le decía a Dilia que conmigo no podía trabajar porque decía “esa muchachita me va a matar de risa.” Años después, el sólo vernos dibujaba una sonrisa en nuestros labios, y la complicidad se reanudaba, para nuestra felicidad.
Hortensia tuvo tres hijos, Benny, Raúl y Reinaldo. Raúl es médico y ha sido el gineco-obstetra de todas las mujeres de nuestra familia. Su consultorio está muy cerca de la casa de su madre. Cada vez que iba a mi consulta mensual era obligatorio pasar por casa de mi tía Hortensia. Allí esperaba la llegada de Raúl, y al finalizar la consulta allí también esperaba a mi esposo para ir a casa. Ella siempre me recibía con alegría. A la salida de la consulta me preguntaba: ¿Qué te dijo Raúl? Y yo le contaba todo, cómo estaba la barriga, si había aumentado de peso, qué medicamentos debía tomar. Ella escuchaba atenta y, acto seguido, procedía a echar por tierra todo lo que el doctor, su hijo, había recomendado, porque decía: Ése no sabe nada, ¿acaso él ha parido hijos? Yo no podía parar de reír.
Una vez Hortensia me contó cómo había consagrado su vida al Señor. Su madre, mi abuela Francisca, era una mujer cristiana, quien había creído siendo una niña de sólo 11 años, así que sus hijos crecieron en un hogar cristiano. Hortensia decidió ir al cine un domingo en la tarde, y estando allí se pregunta qué hace en el cine en vez de estar en la iglesia. Entonces, en medio de una película mexicana ella ora al Señor y promete servirle hasta el final de su vida. Esa promesa la cumplió con una fidelidad férrea y conmovedora.
Hortensia partió con el Señor este pasado sábado 15 de mayo. Con ella estuvimos su hijo mayor, su hermana Cristina, mi hermano y yo, y muchos de sus nietos y bisnietos. Ella estaba incómoda, inquieta con dolor. A ratos parecía reconocernos, otras veces intentaba dormir, sin lograrlo. La conversación giraba en torno a ella, a su vida, su ejemplo, sus cuentos. Todos reconocíamos su fin, pero no estábamos tristes. Nadie puede sentir tristeza ante la partida de un fiel del Señor, pues es realmente una antesala a la victoria.
Apocalipsis 2:11 dice que el que venciere no sufrirá daño de la segunda muerte. Mi tía ha sido una gran vencedora. Su fe inquebrantable, su fidelidad certera, y su vida serena y segura son un testimonio de la veracidad del Señor y sus promesas. Ya está con su Señor, ya nada le duele, todo es gozo y encuentro amoroso. ¡Qué hermosa es la partida de los fieles!
A Hortensia la extrañaremos mucho, mucho. Pero su legado permanece aún, ahora más que nunca. Sus hijos, nietos, bisnietos, sobrinos no la olvidaremos porque hacerlo sería, además de imposible, un crimen para nuestras vidas. Su ejemplo intachable aún vive y tiene mucho que hacer todavía. Vivir tal como ella vivió redundará en una victoria con repercusiones eternas. Es que, yo no conozco a un mejor cristiano que ella. Gracias a Hortensia ahora sé que ser santo no es imposible.
Querida tía, disfruta la presencia de tu Dios, gózate con la fiesta que propiciaste en el cielo. Me imagino que la presencia de Ronald te sorprendió, realmente no sé si te percataste de su partida, pero ya están juntos, felices. Tu corona debe ser tan grande, llena de gemas valiosas, porque es que, si alguien merece honor, esa eres tú. “Buena sierva y fiel. En lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré. Hortensia, ¡entra en el gozo de tu Señor!”
Espérame, tía. Algún día volveremos a reír juntas, como siempre.
8 respuestas a «Hortensia»
Hermoso, bella y alegre
Espectacular, me reí mucho con el comentario que hiciste de que «acaso él ha parido hijos» y la pude recordar.
Sigue escribiendo lo haces muy bien.
Felicitaciones, en un mundo tan corrompido nesecitamos personas que enseñen y demuestren valores a través de éstos medios. En esta dedicatoria estás honrrando el Nombre de Dios y el de Tu tía. Y estoy seguro que ella estaría muy feliz si continúas de esta manera.
Hermoso relato. Me encanto y es así las enseñanzas de la hrna Hortensia quedarán siempre con nosotros. Un abrazo
Tienes un gran talento, me encantó leerte, sencillamente llegas… Conociste muy bien a Hortensia, esa era ella, siempre tranquila, sosegada y con una sonrisa de medio lado…
He leído pocas veces algo tan expresivo y hermoso de alguien… Sin lugar a dudas Hortensia se lo merece!
Helena, me encantó, muy certero todo lo que escribiste yvun refrigerio, un abrazo, es Gisela la esposa de Ronald Márquez, tu primo.
Si querida hermana. Espérame a mi también. Gloria a Dios por la familia de la fe. Solo el Espiritu Santo puede hacernos sentir amor unos por otros y hacernos sentir lo que somos por la sangre de Jesucristo. Familia.
Ella era reilona!….ella era sumamente humana y buena….era NO! ES!!! Su testimonio de vida llena la mía! Gracias, tía…. fuiste mi tía sin serlo de sangre…. así de generosa tu alma! Saludame a Ronald….disfruta de tu Dios!