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Lectura Bíblica

Colosenses: Cómo combatir las falsas doctrinas

Pues en Cristo habita toda la plenitud de Dios en un cuerpo humano”. Colosenses 2:9

Todo en la vida se aja y se desluce con el tiempo. Las cosas pierden su brillo, las personas envejecen, las ideas pierden su color para dar paso a nuevas formas de pensamiento. Creo que es ley de vida, pues. Es un poco triste todo esto, tomando en cuenta que, a veces, esto también sucede con las cosas imperecederas y con las personas de valor. Por eso es que los historiadores se ocupan de registrar y recordar hechos y personajes que consideran importantes para la identidad de los pueblos. Ellos dicen que quien no recuerda su historia y su pasado está destinado a repetir y revivir sus errores… o algo así.

El Jesucristo histórico, Aquel que habitó y se sometió a un cuerpo humano limitado, tuvo muy poco o un nulo impacto en personas influyentes o de poder en la época en la que el Señor le tocó vivir. Las pocas personas importantes que tomaron nota de Su presencia le siguieron de lejos, en incógnito, no permitiendo que Sus palabras y mensaje penetraran para realmente cambiar sus vidas. Jesús no fue más que un artesano, un campesino con ínfulas de rabí que pretendía comportarse como Dios.

Sin embargo, Jesucristo fue un impacto positivo y catalizador para gente de poca monta, enfermos, pobres, marginados, endemoniados, mujeres, niños. Ese hombre, del cual salía poder y cuyas palabras cautivaban a las masas, cumplió la misión más importante que persona alguna, humana o divina, hubiera podido lograr jamás. Su sola muerte fue sacrificio suficiente para salvar a la humanidad toda, a quienes vivieron antes de Su venida al mundo, los que vivieron durante su estadía humana, y los que vinimos y vendrán después. Él murió por todos, Él resucitó para dar vida a todos, y vendrá por aquellos que lo hayan aceptado como Salvador y Señor.

Este mensaje debía regarse por todo el mundo conocido, y a eso se dedicaron los seguidores de Jesús. Todos debían saber Quién era el Cristo, lo que había hecho, y cómo eso cambiaría las vidas de quienes creyeran en ese mensaje. Los apóstoles predicaban a voz en cuello todas esas verdades. La doctrina de El Camino corrió por todos los caminos del imperio romano, y como repite Hechos una y otra vez: “Y el Señor añadía a los que habrían de ser salvos”.

Pero, ya lo dije, todo se aja, pierde su color, su significado. Con los años, la iglesia de Cristo comenzó a recibir enseñanzas y corrientes extrañas que ya no predicaban al Cristo de El Camino, sino a un personaje alejado de la realidad salvífica y más ajustado a realidades místicas. Todos parecían tener una imagen distorsionada de Jesús porque, con el tiempo, los fundamentos de la fe comenzaron a resquebrajarse. Comenzaron a correr corrientes que negaban la deidad de Jesucristo, que negaban Su resurrección. Decían que Jesús no era más que un ser especial, un maestro y nada más o, en el mejor de los casos, un ángel poderoso. Y, claro que los apóstoles combatieron y corrigieron las enseñanzas de estas falsas doctrinas. La carta de Pablo a los Colosenses es una muestra magnífica de tales esfuerzos.

Toda corriente sectaria se reconoce porque suele tener una imagen y una enseñanza distorsionada acerca de Jesucristo. Todas esas sectas niegan la deidad del Señor o de alguna persona de la trinidad, niegan Su resurrección o Su segunda venida. Colosenses cuenta con uno de los pasajes cristológicos más hermosos, que exalta la persona de Jesús como Aquel en quien habita toda la plenitud de Dios, y por medio de quien se hicieron todas las cosas creadas. Colosenses asegura que Cristo es supremo a todo y que nada ni nadie puede igualarse a Él, porque el Padre así quiso que fuera. Leer esta carta no deja lugar a dudas de la posición inigualable de Cristo en el mundo y en la vida o muerte de la humanidad toda.

¿Por qué es tan importante la sana doctrina de Cristo? ¿Por qué la predicación de Su mensaje es tan vital para la vida de los creyentes? Pues porque tener una concepción completa, clara y veraz de quién es Jesucristo nos permite conocerle y saber en quién hemos creído. A Jesús no se puede reducir al nivel de un ángel o maestro especial porque Él es Dios y Su sacrificio prueba el gran amor de ese Dios hacia la humanidad toda. Nuestra esperanza no puede estar fundamentada en un ser inferior, por más especial que lo pinten. Jesús ES Dios, y es superior a cualquier cosa creada por Él. El Señor creó todas las cosas, y todas las cosas están supeditadas a Él. Cualquier otro mensaje no es la buena noticia de salvación por parte de Dios.

Colosenses asegura de manera firme quién es Jesús y después, bajo ese fundamento, Pablo asegura que por Cristo tenemos acceso a una nueva vida, a una nueva realidad. El apóstol no conocía a los creyentes de Colosas en persona, pero los reportes de cómo se estaba desvirtuando la persona y obra del Señor Jesús lo impulsó a aclarar las cosas por medio de esa carta. Pablo nunca fue gente de esas que deja las cosas caer por su propio peso. El apóstol de los gentiles sabía que era importante cortar por lo sano, poner los puntos sobre las íes, repetir y recalcar aquello que era vital para la salud de la iglesia. Jesús es la Buena Noticia. Nadie más lo es.

Las corrientes falsas y extrañas siguen haciendo estragos en la iglesia de Cristo hoy. Pero Pablo nos enseña que, ya que las cosas se desvirtúan y se ajan con el tiempo, es importante volver a los fundamentos de la fe. Por eso es que la lectura diaria de la Biblia y la oración son la base para mantenernos en el camino. La gente de Colosas no era bruta ni olvidadiza, sólo era humana. Nosotros también lo somos. Colosenses está allí para recordarnos en Quién hemos creído y en Quién descansan nuestras almas.

Por Francis Sanchez

Hola, soy Francis. Me gusta escribir y creo que lo hago bien. Llevo mucho tiempo escribiendo sobre temas biblicos, ya que trabajo como voluntaria Sociedades Bíblicas Unidas de Venezuela.

Estoy casada y tengo dos hijos adultos. Mi hijo mayor siempre me ha impulsado a escribir y publicar. De hecho, este blog es su regalo de cumpleanos para mi

2 respuestas a «Colosenses: Cómo combatir las falsas doctrinas»

Francis, yo te agradezco tanto tus insights!….yo por fin pude comprender a Pablo gracias a tus reflexiones!….Dios te continúe dando palabras….palabras esclarecedoras!

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