Categorías
Lectura Bíblica

Jeremías: Arrepemtimiento de corazón

Dios nos hizo para Él, y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en Él”. San Agustín de Hipona

San Agustín era un gran filósofo en una búsqueda perenne por el sentido de la vida, aquel que sólo podía encontrarse en Dios. Era un hombre de mundo que cambió radicalmente su camino cuando arropó el cristianismo. Conocido como “el filósofo de la gracia”, Agustín entendió mejor que nadie el empeño de Dios por alcanzar a la humanidad perdida, con una gracia que el famoso pensador y teólogo encontró completamente irresistible.

Dios siempre me enternece. Me parece muy tierna la manera como Él se empeña en llamar a la humanidad a un cambio de vida, a buscarle para vivir una vida diferente… Agustín hablaba con pasión de “la gracia irresistible de Dios”, haciendo alusión a la manera arrolladora en que Dios lo buscó y lo llamó a un arrepentimiento transformador. Sin embargo, si bien su experiencia fue muy fuerte y determinante, no es una constante en la humanidad… Todos somos llamados a arrepentirnos y a encaminar la vida hacia Dios, pero pocos aceptan el llamado con un arrepentimiento de corazón.

El arrepentimiento de corazón es una constante en los libros proféticos, y Jeremías no escapa de este énfasis. Dios sabe de la rebeldía de su pueblo y busca, llama a todos a volverse a Él. El pecado hace precisamente eso, ¡hace que el pecador voltee su vida de espaldas a Dios! El arrepentimiento logra un giro de 180 grados, que cambia la vida y el destino de la persona que atiende al llamado divino. Y, tal como le sucedió a Agustín, la vida de quien se arrepiente ya no vuelve a ser la misma.

En Jeremías, el Señor llama al pueblo como hijos que han abandonado la casa paterna, y los convoca desde cada tribu, clan y familia a regresar a Él, y a su amada ciudad de Jerusalén. Los beneficios de tal arrepentimiento tienen efectos positivos en todos los aspectos de la vida del pueblo: Gobernantes sabios, que agradan a Dios; presencia activa y real del Señor, que no depende de nada para hacerse palpable; una ciudad, Jerusalén, lista para ser repoblada, reconocida por todos como el lugar donde habita el Dios verdadero; un reino unido, sin disputas, ni pecado, unidos como hermanos.

Es que Dios y Su profeta saben muy bien que el arrepentimiento siempre resulta en grandes bendiciones y beneficios para la persona que atiende el llamado de atención por parte de Dios. Le hace entender que anda por mal camino y que está en pecado, le hace ver que necesita a Dios, y le obliga a rectificar su camino y a voltear su cara al Señor, quien le mira complaciente, con un rostro resplandeciente. Lamentablemente, no todos atienden al llamado al arrepentimiento. Hay quienes hacen oídos sordos a las advertencias de Dios.

En su libro, Jeremías habla de “la senda” o “el camino” comosinónimo de “vida”, esa vida que disfruta una persona y que conduce por derroteros determinados. En el capítulo 6, Dios insta al pueblo a reconsiderar su camino, el derrotero de su vida como sociedad teocrática. Ese camino está lleno de paz y exento de guerra, una invitación muy atractiva para un pueblo azotado por conflictos y amenazas de invasión y cautiverio. Pero, el pueblo se niega a enderezar su camino, a reconsiderar su senda, a hacer ese giro que lo redireccionará a Dios.

A pesar de todos los esfuerzos de Jeremías por llamar y advertir, el pueblo de Israel fue explícito y claro con Dios: No atenderemos el llamado al arrepentimiento, no revisaremos ni rectificaremos nuestro camino, no escucharemos ni a Dios ni a Su profeta. ¡Y Dios respeta eso! No le gusta, le entristece, le hace tomar decisiones duras, de castigo y sufrimiento, pero lo respeta. ¡Qué dura es la humanidad!

Porque es que, aún a pesar de la dureza del corazón del hombre, nadie puede realmente escuchar el llamado al arrepentimiento de parte de Dios y no accionar, no tomar una decisión. Dios actúa en la persona para hacerle entender que ha errado y lo invita a cambiar su camino, su vida. El arrepentimiento no es el pesar que una persona siente por algo que ha hecho, dicho o dejado de hacer. Es la conciencia que hemos pecado y que necesitamos tomar una decisión porque Dios está esperando que decidamos qué hacer. En Jeremías el pueblo toma una decisión muy desafortunada.

En el Nuevo Testamento, en el relato de la negación de Pedro, vemos una historia de arrepentimiento muy diferente. El discípulo niega al Señor tres veces, tal como lo relatan los cuatro Evangelios, pero sólo Lucas menciona que el Señor se volvió y miró a Pedro luego de su negación. Esto debió haber sido más triste y cruel que el canto del gallo. El pobre Pedro salió del patio y lloró como un bebé… Es que Dios busca a personas de carne y hueso, no autómatas. Esto es lo que hace a Pedro tan diferente del pueblo de Israel, pecador y obstinado.

El problema de los seres humanos no es pecar… El problema es no arrepentirse… A Dios no le impresiona el pecado, pero le quebranta la rebeldía de no reconocerlo. Hoy, es triste ver como muchos desestiman a Dios y no se arrepienten de su mal camino. Después de todo tal parece que esa gracia divina de la que hablaba San Agustín no es tan irresistible para todos. Pero el Señor no desiste en Su empeño por enderezar las sendas de la humanidad hacia Él, porque Dios quiere que todos se arrepientan.

Nadie puede enfrentarse a la mirada escrutadora de Dios y salir sin una respuesta, sea ésta sí o no. El llamado al arrepentimiento exige una posición al respecto. Todos encaramos esta realidad, pero es la persona quien toma una decisión y actúa.

Y tú… ¿Ya tomaste una decisión con respecto a Dios?

Por Francis Sanchez

Hola, soy Francis. Me gusta escribir y creo que lo hago bien. Llevo mucho tiempo escribiendo sobre temas biblicos, ya que trabajo como voluntaria Sociedades Bíblicas Unidas de Venezuela.

Estoy casada y tengo dos hijos adultos. Mi hijo mayor siempre me ha impulsado a escribir y publicar. De hecho, este blog es su regalo de cumpleanos para mi

Una respuesta a «Jeremías: Arrepemtimiento de corazón»

La palabra es clara y enfática cuando dice que muchos son los llamado y poco los escogidos.
Debe haber un arrepentimiento de corazón y una entrega constante al Señor. A diario vemos esta realidad en el pueblo de Dios, la falta de un arrepentimiento genuino, al igual que en el tiempo de los profeta.
Una vez más le doy gloria y honra al Señor por tus acertadas enseñanzas Francis, Dios te continúe usando en su obra.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *