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112 Sábados

Cuando tenía como unos 12 o 13 años, mi madre impartía clases en el Instituto Bíblico Bautista de Valencia. Recuerdo que yo la acompañaba los sábados en la mañana y escuchaba sus clases con atención. Ella era la profesora de Historia de los Bautistas, Enseñanza y Educación de la Iglesia Local, y Administración de Iglesias. Los alumnos eran pocos, menos de 20 personas. La oficina compartía espacios con la biblioteca, y a mí me gustaba pasear por sus estantes y revisar sus viejos libros. Años después, siendo ya estudiante universitaria, impartí la materia de Enseñanza y Educación. Realmente, no sé por qué pidieron eso a una candidata a ser profesora de inglés… Fue una locura, pero no me fue mal.

Pasaron muuuuuuchoooos años… Cambié de iglesia, y entonces, decidí inscribirme en ese mismo instituto, el que yo conocía tan bien. Estudiar en el Instituto Bíblico Bautista de Valencia ha sido una de las experiencias más hermosas de mi vida. Recuerdo que inicié mis estudios un sábado de abril de 2009. Éramos unos 26 alumnos, todos miembros de mi iglesia. Ese día se inauguró una segunda sede del instituto de siempre. Nuestra primera clase fue Introducción al Aconsejamiento Cristiano. Todos estábamos muy emocionados. Era una nueva aventura para mí, a mis 40 años recién cumplidos.

Una de las cosas que más me gusta de estudiar, es la complicidad que se genera entre los alumnos. Esa complicidad tiene que ver con el papel que tienes en el salón de clases, independientemente de la edad que tengas y de las experiencias que lleves a cuestas. Creo que ser estudiante me gusta aún más que ser profesora, el proceso se disfruta mucho más. Ése grupo de personas que estudió conmigo se hicieron indispensables para mí. Pasar un sábado sin ellos era sumamente aburrido. Todos nos embarcamos en una amistad que, después de 11 años, aún persiste.

Cada sábado, por 4 años, tuve las discusiones más serias, profundas y motivadoras acerca de la Biblia, de teología, de relaciones humanas, de historia antigua, de vida familiar y eclesiástica, y de cualquier otro tema que te puedas imaginar. Esas pláticas eran tan nutritivas, tan interesantes, tan respetuosas, tan acaloradas, tan aleccionadoras. Los profesores motivaban a todos a participar sin temor, pues sabían que podíamos expresarnos libremente, sustentados y protegidos por una amistad y una camaradería sin igual.

¡Dígame los recesos y el tiempo libre entre clases! La verdad es que no sé cuántos litros de café, cuántos cachitos de jamón, cuántas empanadas comimos juntos. Y las risas… Nos reíamos tontamente de absolutamente todo, con una complicidad que no he vuelto a experimentar nunca más… Nos reíamos a carcajadas de los profesores (muchos de ellos menores que algunos alumnos), nos burlábamos de los compañeros (con la complacencia y las risas de las propias víctimas), reíamos ya cansados, de todo y de nada. Formábamos unos grupos de estudio tan concurridos que casi lográbamos reunir a todo el estudiantado, para estudiar y discutir, pelear por las diferentes posturas teológicas que adoptáramos, comer sin parar, y repetir al caletre mucho contenido, hasta caer muertos del cansancio. Fue una experiencia única para mí y creo que, para todos ellos también, mis compañeros, amigos y hermanos.

Un sábado nos tocó practicar un servicio fúnebre para la materia de Formación del Ministro Cristiano. Todos debíamos mostrarnos tristes, respetuosos y circunspectos ante un funeral de mentiras, para practicar qué decir, qué cantar y qué predicar ante tan serias circunstancias. Pues, la cosa fue una locura total… Todos reíamos sin parar, nadie pudo participar con seriedad, ¡hasta la viuda de mentiras se carcajeaba! No recuerdo cómo termino la práctica, creo que no se cumplió el objetivo. ¡El profesor de la materia aún no sabe si alguno de nosotros puede dirigir un funeral con propiedad!

Lo mejor de estudiar y prepararse, es la manera como tu mente se abre a nuevos horizontes, cómo te formas un criterio claro y firme en cuanto a muchos asuntos, cómo logras construir un conocimiento que te permite trabajar y servir bien en cualquier tarea que te encomienden. Las herramientas que obtienes a partir de la educación son únicas, para saber lo que tienes que hacer y hacerlo bien. Gracias a mis estudios en el Instituto Bíblico, he podido ser una mejor maestra en mi iglesia, y he tenido acceso a uno de los mejores trabajos ministeriales que cualquiera pueda soñar. Mis compañeros también han corrido con la misma suerte que yo. Todos han tenido cargos de mucha responsabilidad en nuestra iglesia, y se han destacado al ser buenos ministros de la Palabra y mejores siervos del Señor.

A Dios le gusta preparar a la gente que llama a Su servicio… A Moisés lo puso en el mismísimo palacio del Faraón para que lo criarán en el mejor ambiente egipcio. Años después, ese Moisés no tuvo temor de enfrentarse a otro Faraón en su mismo terreno. Dios llevó a Samuel a crear una escuela de profetas, para formar a los hombres con vocación divina. Dios también colocó a Isaías en el corazón de la corte judía, para que se formara como un noble y estadista de primera, y con esa preparación poder conducir al pueblo a una de sus etapas más tristes y difíciles. A Ezequiel Dios lo fogueó como sacerdote, para que pudiera denunciar con criterio todos los desmanes que ocurrían en el templo. Dios preparó a Pablo con la mejor educación de su tiempo, para entregar en sus manos el misterio del evangelio, para que escribiera gran parte del Nuevo Testamento. Dios también preparó a Timoteo, con lo mejor que una familia multicultural podía ofrecer, para llegar a ser un excelente acólito de Pablo, y un magnífico obispo. Dios moldeó el corazón de María para soportar la naturaleza sobrenatural de su llamado, y la dureza de ver a su hijo morir, por ella y por todos. Dios no llama a nadie sin dotarlo para la tarea.

La educación y la preparación son importantes para Dios. El servicio al Señor requiere de muchos elementos intangibles, pero también de estudios concretos que ayudan al ministro de Dios a llevar a cabo su vocación con criterio y conocimiento. Es tanto lo que tengo que agradecer, a mis profesores, a mis compañeros, y a mis alumnos también…

Después de graduarme, en octubre de 2013, pasé a ser profesora del Instituto Bíblico Bautista, y créeme, ha sido tan placentero como lo fue mi etapa de estudiante. Allí tuve la oportunidad de generar discusiones igual de nutritivas, y de formar amistades fuertes y únicas, con colegas, con compañeros y hermanos inolvidables. Allí estudió Roger Andrés, mi hijo, por unos tres semestres, y tuve el privilegio de darle clases de Introducción Bíblica. (Roger no fue muy aplicado, pero la mejor exposición de Geografía Bíblica fue la de él… ¡Mostró las cuevas del Qumran en 3D, con la asistencia de Google Maps!).

Con esto de la pandemia, ahora mis sábados son ordinarios, flojos y aburridos. ¡Es que esos 4 años de estudios en el Instituto son únicos e irrepetibles! Ya vendrán mejores tiempos, para seguir estudiando, y para seguir enseñando también.

Por Francis Sanchez

Hola, soy Francis. Me gusta escribir y creo que lo hago bien. Llevo mucho tiempo escribiendo sobre temas biblicos, ya que trabajo como voluntaria Sociedades Bíblicas Unidas de Venezuela.

Estoy casada y tengo dos hijos adultos. Mi hijo mayor siempre me ha impulsado a escribir y publicar. De hecho, este blog es su regalo de cumpleanos para mi

5 respuestas a «112 Sábados»

Confieso, mi amada hermana, profesora, y amiga Francis que es la primera vez que leo tus escritos, y doy gracias a Dios por lo motivador que resultó ser. Gracias, pues siempre has sido un ejemplo de esa mezcla de ser humano real, natural y espiritual que es realmente difícil de encontrar en uno solo. Yo tuve el privilegio de estudiar en el mismo Instituto que tu y realmente comparto tu punto de que es especial en el corazón de todos los que en el estudiamos, fue tan especial que hasta esposa recibí allí. Gracias por compartir este escrito…

Chaaaama. Lo mejor fue estudiar en el Instituto
(ahora Instituto Teológico Bautista de Valencia).
Recuerdo las risas y los debates.
Mi mejor amiga del Instituto hoy es una gran escritora y Traductora, excelente maestra. DIos te Bendiga grandemente.
Nos veremos pronto para seguir hablando de mucha teología y de cualquier otro Gamelote.
Tambien extraño los sábados de Clases.

Sin temor a equivocarme, todos los que hemos pasado por el instituto, tenemos ese mismo sentir y la misma nostalgia al recordar esos sábados maravillosos de aprendizajes, de discusiones sobre diferentes punto de vistas y las inolvidables comelonas donde compartíamos como amigos, como compañeros y como hermanos juntos y en armonía. Los profesores maravillosos todos!! Realmente el aprendizaje adquirido allí fue único. Agradezco a Dios por tú vida Francis, por ese don tan maravilloso que posees de impartir enseñanzas y de la buena. Siempre recuerdo un sábado cuando llegaste como una tigra paría, jeje , muy molesta porque habíamos reprobado un examen contigo casi todo el salón y dijiste las siguientes palabras: deben leer y leer cuanto libro se le atraviese y sino pueden comprarlo por la situación país, bajarlo de la internet y acostaste enfáticamente de que leías de 3 a 4 libros por mes. Me dije: wuaoo esta mujer no hace oficios… Pero el tiempo te dio la razón y tú trabajo no fue en vano, hoy por hoy soy un lector asiduo y cuando no tengo algo a la mano para leer, siento que me falta algo y eso se lo debo a ud mi estimada e intrañable profesora, Dios me la bendiga y mil gracias por permitirme seguir aprendiendo de ud.

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