“Hay un límite en que la tolerancia deja de ser virtud”. (Edmund Burke, estadista y filósofo británico).
Algunos programas de televisión por cable son una verdadera locura. Ahora los reality shows muestran “realidades” nada normales, situaciones límite que desafían la lógica y la moral humana. Hay un canal de televisión por cable que se llama TLC que se ha hecho experto en mostrar las situaciones humanas más inverosímiles: Parejas que se enamoran y se casan en 90 días, familias que sufren de enanismo, padres con más de 20 hijos, jóvenes amish que salen de sus comunidades a vivir en Nueva York, hombres polígamos, mujeres que se visten como niñas, gitanos ruidosos que pelean por todo… La oferta sensacionalista parece infinita, diseñada para “entretener” a las masas zombis. Lo peor de todo es que siempre me quedo pegada viendo algún programa de esos.
En estos días tropecé con un especial que mostraba a un hombre, entrado ya en los 30, que estaba obsesionado con los globos de colores, esos que se usan para ambientar las fiestas. Lo mostraron acariciando un globo rojo con pasión, llenando su diminuto carro con muchos globos para ir a su trabajo, llorando a mares, desconsolado, cuando uno de ellos explotaba irremediablemente. Un experto en comportamiento humano, no faltaba más, se aprestó a aclarar, con cara de circunstancia, que el hombre sufría de un trastorno emocional que lo llevó a volcar sus afectos a los objetos inanimados. ¡Por Dios, ¿cuánto más podré soportar?!
Reconozco que escribo estas líneas con mucho temor, temor de ser tildada de retrógrada, temor de ser considerada intolerante, discriminatoria, recalcitrante. Pero es que, la verdad, hay cosas que actualmente veo en nuestra sociedad que me hacen retroceder y pensar una y otra vez sobre asuntos que antes eran impensables. Y no, no hablo de los derechos de la comunidad LGTBI+ que, si bien no comparto muchas de sus posturas, entiendo que ellos exigen el respeto que ostenta cualquier otro ser humano. Yo sé que todos debemos luchar y tener la vida que creamos sea buena para nosotros mismos, entiendo que somos artífices de nuestros propios destinos. Hasta aquí vamos bien. Pero… ¡tenía que haber un pero!
Creo que hemos perdido u olvidado el valor de los límites. Creo que, en esta carrera desenfrenada por el respeto a ultranza, hemos perdido la cordura y el sentido común. En el pasado los padres corregían, conducían, regañaban, adversaban conductas que no eran apropiadas, justamente para lograr la educación de una persona de bien, centrada, madura, responsable, que quemara etapas de manera sana. Hoy en día se da un espacio enorme a la toma de decisiones, al cómo se siente, a lo que se quiere ser y hacer, no importa qué. Antes, soñábamos ante la interrogante de qué queríamos llegar a ser: Doctores, maestros, policías, abogados, chefs, el cielo era el límite. Matell impulsó esta corriente a través de Barbie, su producto emblema. ¿Qué no alcanzó a hacer la Barbie?
Hoy, ante la pregunta ¿qué quieres llegar a ser?, hay una oferta infinita de opciones. Hay quienes siendo hombres quieren ser mujeres y viceversa. Los hombres quieren embarazarse, las mujeres quieren ser delfines, perros, personajes de caricaturas, cualquier cosa por lo que sientan afinidad… Hoy, una pareja embarazada grita al mundo que criarán al bebé como no binario, para que él o ella decida qué ser cuando crezca, dejando la decisión en manos de niños con mucho poder y nada de criterio o conocimiento de la vida. Hoy, nos enfrentamos a una variedad de trastornos, condiciones, síndromes, patologías y demás situaciones médicas que aquejan al ser humano y que nadie parece poner freno.
Es que no me lo imagino… “¿Qué haces tú con esos globos de colores pa´ arriba y pa´abajo?” “Ay, papá, es que yo amo los globos, me encantaría casarme con uno de ellos”. “¿Quéeeee?”. El padre del siglo XX habría matado a palos a quien le respondiera algo tan inverosímil. Es que no pasaba porque en la cabeza de nadie cabía una cosa como esa. Ya lo dije, hay que poner límites. Necesitamos aprender a respetar, ¡claro que sí!, pero también se requiere cordura, sentido común y un afinado juicio para discriminar entre los derechos, la libertad y lo no posible, por más que nos empeñemos en lo imposible. Tengo tres semanas ya dándole vueltas a todo esto sin atreverme a publicar… Lo pienso, lo discuto con mi entorno familiar, eclesial y sí, todos estamos de acuerdo que es un tema delicado de tratar, pero que alguien tiene que decir algo…
Este sábado pasado asistí en el Seminario de Valencia a unas conferencias de filosofía en torno al problema de Dios (como ya sabes, la filosofía trata los temas esenciales como problemas… el conocimiento, el hombre, el mundo y Dios son algunos de ellos). La primera conferencia estuvo a cargo del Director del Seminario. Entre muchos de los temas que disertó, nos aseguró que el problema de Dios en el mundo de hoy no estaba en manos de los ateos o agnósticos, no. Él dijo claramente y con cierta exasperación que a Dios lo habían sacado de la ecuación los mismos cristianos, viviendo en una sociedad completamente secularizada, materialista, que propugnaba una “tolerancia” que está muy lejos de ser el valor que antaño fue. Y he allí el problema. Todos parecemos estar surfeando en la cresta de la ola llamada “tolerancia”, donde se tolera todo, sin límites ni concierto. Y sí, alguien tiene que frenar todo esto, pero, ¿quién se atreve a poner el cascabel al gato? El que lo haga, perderá el equilibrio y se ahogará en un mar de rechazo y acoso mediático.
Todo comenzó con un llamado al respeto, a la tolerancia, al derecho, al amor al prójimo… y degeneró en una carrera de exigencias absurdas que no tiene cómo parar. Entonces, ¿qué es lo que están diciendo a gritos esta sociedad ultra secularizada? ¿Acaso los valores también han cambiado, mutando a este nuevo estado de bien aparente, pero que esconde un plan macabro para acabar con la sociedad? Hace rato que esos gritos ensordecedores dejaron de ser sensatos y justos para tornarse en los propulsores de una anarquía que nos ha llevado a tener miedo a decir la verdad, a razonar, a poner límites.
No, no puedes casarte con tu gato porque sientes que te quiere y te escucha. No, no puedes escudarte detrás de conductas erráticas que esta sociedad sostiene y justifica. Eres un ser humano que fue creado a imagen y semejanza de Dios, ése mismo Dios que tiene un plan y un propósito para tu vida. Así que, ¡sacúdete y crece de una vez por todas, por tu bien y por el nuestro!
(Por supuesto que puedes estar en desacuerdo conmigo, y sí, puede que falte algo de coherencia en este escrito, después de todo han sido tres semanas de cavilar y retroceder, en un pasodoble que bien pudo haber terminado en mareo y confusión. Pero, de nuevo, es lo que pienso y estoy abierta a la discusión).
8 respuestas a «¿Límites?»
Concuerdo con usted mi amada Helena, este mundo va de mal en peor. Dios nos ayude a mantenernos firmes (así, retrógrados.. )
Excelente! Y ninguna falta de coherencia, todo lo contrario, recoges la inquietud y preocupación de muchos padres que estamos criando y tratando de hacer lo mejor posible porque lleguen a Jesús lo más pronto posible, porque fuera de El no hay nada bueno.
Bendiciones!!!
Hola Francis, en mi punto de vista tienes razón en cuanto al mal direccionamiento del sentido del amor que algunas personas llevan hacía objetos y animales de manera errónea. No sé trata de Tolerancia e intolerancia que podamos tener en aceptar éstas posturas. Cuando tenemos Sabiduría que viene de Dios sabemos en qué dirección caminar y enfocar nuestros sentimientos. Creo que éstas personas carecen del conocimiento de la palabra y su propósito en la Vida para cuál Dios los creó.. Nos toca ponerlos en Oración, y no sólo a ellos sino a muchísimas más personas en el mundo que andan con las vendas en los ojos y no pueden ver la luz que representa Dios en sus vidas. Dios te Bendiga.
Hola, hna Francis. Concuerdo contigo en muchos aspectos, pues la tolerancia que estamos sumergidos no ha vuelto en personas como Robots: a Hacer lo que el programador nos dio en sus instrucciones. Y muchas veces no ver mas allá de lo que acarrea en otras personas y sus consecuencias. Y lo peor no tomar en cuenta lo que nos dice o demanda el Creador de todo lo creado.
No queda duda que los límites son líneas sumamente delgadas, imperceptibles para algunos en muchas oportunidades.
Nos estamos manejando en una sociedad en donde el establecimiento de límites apunta a la conveniencia individual y no colectiva, obviando el impacto y las consecuencias a cualquier límite de plazos.
La apertura de criterios o de mente se presentó en su momento como un liberalismo seductor para aquellos que rechazamos lo injusto, pero que también tenemos presente el principio elemental de ser creación divina con propósitos, propósitos para el bienestar de todos, es decir, que nuestras acciones impactan tanto positiva o negativamente a nuestro entorno.
Esa apertura de criterios se desdibujó y hoy es una frontal anarquía, un estilo de vida con cero responsabilidad por las consecuencias de las acciones. Hoy tener conductas Anti Natura, es tendencia y si no se está en tendencia, se es retrógado.
El establecimiento de límites se demanda para ayer, ser complaciente en esto es sinónimo de indiferente aceptación.
Esto es un momento en el que se evidencia que raciocinio y fe no se manejan en estado civil de divorcio.
Estupendo mi Francis. Hace un tiempo vi ese programa, me quedé también estupefacta jajaj se ve cada cosa y la cuestión es que la sociedad hoy quiere avalar esos comportamientos.
He estado preguntándome desde hace un tiempo, hasta que punto Latinoamérica dejará de estar quedándose atrás en ese sentido? En materia de matrimonio igualitario nuestros países hermanos aún estan en pañales, pero en algún punto esas mismas corrientes tomarán auge en nuestro país, es una realidad a la que no podemos negarnos. Y allí la pregunta del millón es ¿Cómo se está preparando la Iglesia para cuando esas realidades asalten nuestro contexto? ¿Qué haremos cuando dentro del pemsun se le enseñe a nuestros niños sobre «la igualdad de genero»? ¿Estamos preparados para la educación escolar en casa?
Se que tu post no trata precisamente de esto, pero es algo relacionado al tema que he estado pensando desde hace algún tiempo, en algún punto la situación abarcará más esferas y como Iglesia de Cristo necesitamos comenzar a idear un plan de acción.
QUE MAGNÍFICO ESCRITO!!! De verdad BASTA! BASTA DE RIDICULECES, DE DELIRIOS, DE TEATRO DEL ABSURDO!
Estamos en tiempos de estar firme y sin cavilaciones con respecto de nuestros principios cristianos…