“Anímense y edifíquense unos a otros, tal como lo vienen haciendo”.
1 Tesalonicenses 5:11
En estos días se comunicó conmigo una amiga para preguntar si conocía alguna iglesia en Guadalajara. Su sobrina y familia vivían allí y requerían de ayuda porque su esposo estaba afectado con el Covid. Inmediatamente hablé con varias personas en busca de este contacto. A los días pudimos dar con algunas iglesias locales que se aprestaron a orar y apoyar a esta familia venezolana que pasaba por este trance lejos de su tierra.
Estamos viviendo tiempos difíciles y retadores. Aunada a la crisis que nos arropa a todo nivel en este país, se viene entonces todo este desbarajuste del Covid 19. ¿Cuántas peticiones de ayuda no se reciben a diario por las redes? Muchísimas, más de las que uno puede atender… Gente que requiere de oxígeno, medicamentos y atención médica. Eso sin contar con las noticias de muerte de muchos familiares, amigos y conocidos. A veces me siento cansada emocionalmente, de tanta pérdida y tantos problemas.
Cuando me paseo por el estado de WhatsApp y veo tanta necesidad me pregunto qué puedo hacer para aliviar la carga de estas personas. La gente requiere de dinero, de recursos, de una mano amiga, de apoyo en todo sentido. Pero, ¿podemos proporcionar esta asistencia a todos los que nos contactan? Es realmente imposible… ¿Qué hacer, entonces? Me puse a pensar y elaboré una lista de cosas efectivas que se pueden hacer para ayudar a nuestros conocidos en caso de emergencias.
- Lo primero que hay que hacer es ORAR. Yo sé que puede ser algo pasivo, pero orar no quiere decir que no vamos a hacer nada más. Orar significa reconocer que sin la ayuda divina no podemos lograr nada. En una ocasión uno de mis primos se vio gravemente afectado por el Covid y todos creamos una red de oración tan completa… Vigilias y ayunos, grupos de intercesión por doquier, todos orando. El que ora sabe que depende de Dios y de los recursos que Él pueda dar. La Palabra dice que la oración del justo puede mucho.
- Yo creo que las iglesias necesitan orquestar planes de ayuda económica en estos momentos de crisis. La familia de la fe está para orar e interceder, pero también para tender una ayuda económica a tiempo. En momentos de emergencia, los cristianos deberíamos poder recurrir al apoyo de nuestras iglesias… Lo sé, son muchos los que requieren de asistencia, pero hay que estar preparados. Las emergencias se prevén antes de que éstas sucedan. El Covid nos cayó de sorpresa, pero a dos años de la pandemia, crear un fondo de asistencia es de sentido común, es justamente la fe en acción de la que habla Santiago.
- Hay que rodearse de médicos y enfermeros que puedan ayudar con su experticia y conocimiento. Conozco a dos doctores que tienen un plan de ataque contra las muestras tempranas del Covid… Y nunca van a las casas, la atención es telefónica, el monitoreo permanente. Mi iglesia cuenta con tres profesionales de la salud a los que se puede llamar con confianza. Ese es un gran apoyo. En tiempos de crisis, la familia de la fe debe ser incondicional.
- Otra manera de ayudar es ofrecerse a cuidar a quien está enfermo. No lo digo por los pacientes de Covid, ya que se corre el riesgo de infección. Me refiero a enfermos de otro tipo, aquellos que enfrentan emergencias no relacionadas con el coronavirus. Las enfermedades no han parado en este tiempo, al contrario, han recrudecido en medio de la pandemia. Auxiliar a alguien con el cuidado de algún enfermo es una ayuda incalculable y muestra el amor de Dios en acción.
- También se puede ayudar cuidando a los niños que quedan desasistidos por la enfermedad de sus mayores. Cocinar, limpiar, ayudar con tareas y diligencias es una forma efectiva y práctica de apoyar. Sólo se requiere de un poco de tiempo, disposición y amor.
- Si se cuenta con algo de dinero para asistir a alguien en necesidad, no dudemos en ponerlo a disposición de quien lo requiera. No podremos ayudar a todos, pero al menos a uno podremos bendecir con una ofrenda económica. La Palabra de Dios nos insta a ayudar a los enfermos y desvalidos, es una responsabilidad cristiana que se exalta en todos los escritos del Nuevo Testamento. No nos perdamos la bendición de bendecir a otros.
Las comunidades eclesiásticas del primer siglo, de las que leemos en Hechos y las cartas de los Apóstoles, eran expertas en la ayuda social, en planes de emergencia en medio de la contingencia, en el apoyo efectivo de personas en necesidad. La ayuda a las viudas, huérfanos y extranjeros es muestra inequívoca de este tipo de conducta, tan encomiable y tan necesaria en aquellos tiempos, y en estos también. Las iglesias gentiles levantaron ofrendas monetarias y de amor para sostener a la iglesia de Jerusalén. De allí viene la idea de dar con un corazón alegre y agradecido.
Todo cristiano tiene la responsabilidad de asistir al necesitado, es una excelente manera de dar un testimonio vivo de lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, es la forma más palpable de mostrar el amor de Dios a todos a nuestro alrededor. Servir a quien lo necesite es una oportunidad de oro para evangelizar y comunicar con hechos y palabras lo que Dios quiere hacer en la persona a quien auxiliamos.
¡Que no pase un día sin que ayudemos a alguien en necesidad!