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Yo no soy esto. Yo soy…

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos”. Génesis 1:27-28

Un día uno de mis hijos y yo nos pusimos a revisar cuántas variaciones de género contemplaba el movimiento LGTBI+, pues queríamos saber qué tanto arropa y a quiénes representa. Encontramos tanto que ni siquiera Google, el casi omnisciente monstruo de la información, parecía tener una clasificación certera. Claro, ¿cómo se puede registrar y clasificar un fenómeno que parece redimensionarse cada día, deseoso de complacer todas las identidades sexuales que la gente ahora declara y exige? ¡Imposible! Casi extraño el tiempo simple y sencillo cuando unos eran heterosexuales y otros homosexuales.

Esto del movimiento LGTBI+ ha mutado tanto que es difícil seguirle el paso. Y no sólo me refiero a todo lo que implica, sino también cómo ha tomado fuerza. Rápidamente pasó de ser un derecho a ser una exigencia que impone respeto, y cuya crítica, por más leve que se presente, ocasiona faltas graves a la igualdad que todo ser humano merece. Hoy en día no se puede adversar este movimiento abiertamente, so pena de caer preso y ser tildado de segregacionista, discriminatorio, intolerante e ignorante, todo a la vez. Yo me siento contra la pared, acorralada y temerosa. ¿Puedo esgrimir argumentos bíblicos ante tanta agresión?

Hoy día no se puede acceder a ningún medio de comunicación, red social o la ventana de casa sin sentir el bombardeo de los LGTBI+. Cada programa de televisión (sea para niños o adultos), cada película o serie que presentan las compañías de streaming, cualquier revista radial contempla algún tipo de incursión en este movimiento de pluralidad de géneros, preferencias y conductas sexuales. Ya me parece de lo más normal ver a dos personas del mismo sexo besarse apasionadamente en la pantalla, o presentarse vestidos de manera transversal (a falta de un mejor término), sin barreras. Igual da ver al protagonista masculino en shorts y zapatos deportivos o en falda con zapatillas de tacón… “Él se está expresando, debemos respetar su preferencia y decisión”. Mmmm, ya no sé qué pensar.

Todo esto ha desatado una actividad quirúrgica y hormonal frenética. Muchos logran un cambio de sexo con la magia instantánea de un bisturí, con la toma sistemática de hormonas, que producen los efectos esperados y anhelados por las personas que aseguran ser otra cosa diferente a que lo que determinó su concepción y nacimiento. Se pueden ver entonces a famosos actores, sonrientes y felices de finalmente ser aquello que ellos “sienten” que son. Una felicidad y un orgullo que parece genuino, pero que tras puertas cerradas no sabemos si es tan real como quieren pintarlo.

Una parte de la comunidad científica se ha pronunciado a favor de este movimiento plural, esgrime la importancia de la salud emocional y mental de los involucrados, entre otras consideraciones. La otra parte se manifiesta en contra, aclarando las realidades biológicas que todos conocemos. La ley ha dictaminado el derecho a casarse con la person@ que uno quiera, pues lo importante es amar al ser humano. Lo demás no importa, por más que los deseos y preferencias desafíen la lógica más acérrima. Lo dije ya, estamos acorralados. Tal parece que nada se puede hacer para frenar el avance de este movimiento plural y variado, amparado firmemente en los derechos inalienables del hombre. ¿Tendría el pueblo francés esto en mente cuando creó la preclara Declaración Universal de los Derechos Inalienables del Hombre? No lo creo, la verdad.

Además de la ciencia, que ha dado ya su punto de vista, plural, lógico, respetuoso del bienestar humano, y producto de la observación educada de hechos biológicos innegables, se suma la Real Academia de la Lengua Española, quien se ha negado a la inclusión de términos como “nosotres”. Textualmente el comunicado oficial dice: “Lo que comúnmente se ha dado en llamar ´lenguaje inclusivo´ es un conjunto de estrategias que tienen por objeto evitar el uso genérico del masculino gramatical, mecanismo firmemente asentado en la lengua y que no supone discriminación sexista alguna”. Esta negativade la RAE ya es la segunda de este tipo, cosa que es digno de ver y analizar.

El lenguaje es un fenómeno humano que sirve al ser humano. El hombre es su usuario por excelencia y como tal, dicta mucho de su uso y funcionamiento. Los lingüistas, los científicos del lenguaje, siempre han tenido un marcado carácter descriptivo, rara vez prescriptivo. La RAE observa y analiza la manera como los usuarios del lenguaje hacen uso del fenómeno comunicativo y se aprestan a incluir cualquier cambio lingüístico o léxico que obedece a un uso generalizado de tal elemento. Este deseo indiscriminado por “marcar” las diferencias de géneros y preferencias sexuales nos ha llevado a ignorar la inclusión que siempre ha signado nuestro amado español. No se crean, pronto la RAE tendrá que sucumbir a las exigencias de LGTBI+. Después de todo, ella no es dueña del lenguaje.

Como ya lo sabemos bien, la homosexualidad no es un fenómeno exclusivo de estos tiempos. Tan temprano como el Génesis encontramos cambios en el orden divino en cuanto a la creación del ser humano en el texto bíblico. En Sodoma y Gomorra los hombres locales exigían su derecho a tener relaciones sexuales con esos caballeros angelicales que visitaban a Lot en medio de la noche. Pablo fustiga la conducta homosexual en el primer capítulo de la carta a los Romanos. El apóstol considera que esta conducta es abominable a los ojos de Dios, por considerar que atenta contra la preservación de la raza humana. Es allí donde radica la preocupación de quienes analizamos este movimiento que presenta tantas y variadas aristas. ¿Cómo se garantiza la reproducción humana si la comunidad LGTBI+ crece sin orden ni concierto?

¿Qué dice la Palabra de Dios con respecto a los géneros? Bueno, Génesis 1 dice que Dios creó al HOMBRE a Su imagen y semejanza… (Hago énfasis en la palabra HOMBRE como un término que adolece de género. HOMBRE se refiere a HUMANO. Los diferentes movimientos de igualdad han circunscrito esa palabra al varón, pero en realidad es más amplia, pues incluye a la hembra también). Dios creó al hombre, varón y a la hembra, y les mandó a reproducirse, a través del sexo, con órganos cóncavos y convexos diseñados para la reproducción humana, a través de la complementariedad biológica. En ninguna parte del relato de los orígenes de todo se habla de varones con varones y hembras con hembras.

Dios dispuso que el sexo tuviera como primer objetivo la reproducción y preservación de la raza humana. El placer también entra en la ecuación, paro con un propósito secundario, para ser disfrutado en pareja, bajo la bendición de Dios. Pero, a lo largo de la historia, el placer ha tomado el lugar preponderante, por debajo de la reproducción. Ese placer mal entendido es el que alimenta la industria pornográfica y también los movimientos que impulsan los deseos y el sentir. Los jóvenes ya no quieren tener hijos porque quieren disfrutar de la vida, una vida que está al servicio del placer por el placer mismo.

El mundo está de espaldas a Dios más que nunca antes, y menos que el día de mañana. La naturaleza pecadora del hombre ha signado su destrucción, su marcado énfasis en el humanismo lo ha llevado por derroteros de perdición. Y no estoy siendo fanática ni pacata, nada más alejado de la realidad, o de lo que agrada a Dios. Si la humanidad sigue así no le queda mucho tiempo. Lo que describe Romanos 1:18-32 está más vigente ahora que nunca antes. ¿Qué queda ya por aceptar, en ese + que promulga el movimiento LGTBI? Más temprano que tarde surgirá algo que honre ese +. El movimiento está preparado para ello.

El mismo día que leí la resolución de la RAE en cuanto al lenguaje inclusivo, me tropecé con una noticia de un chico de unos 12 años quien, habiendo nacido niña, se empeñó en cambiar de sexo, sólo para darse cuenta que se había equivocado. Sus padres no le advirtieron, sólo le dejaron “ser”, amparada la decisión en unos derechos de los que todos abusan y pocos entienden. Créeme, el final está cerca…El hombre, sí, el hombre, está empeñado en su propia destrucción.

Y tú, ¿qué opinas?

Por Francis Sanchez

Hola, soy Francis. Me gusta escribir y creo que lo hago bien. Llevo mucho tiempo escribiendo sobre temas biblicos, ya que trabajo como voluntaria Sociedades Bíblicas Unidas de Venezuela.

Estoy casada y tengo dos hijos adultos. Mi hijo mayor siempre me ha impulsado a escribir y publicar. De hecho, este blog es su regalo de cumpleanos para mi

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