Hace exactamente un año, partió con el Señor mi compañero de trabajo Elionay Caicaguare. Recibí un mensaje como a las 4:00 am, un miércoles 05 de agosto de 2020. Elionay falleció víctima del Covid-19. Y me pegó mucho esa partida porque era la primera persona conocida que moría en esta terrible pandemia mundial. Hasta ese momento, el coronavirus era un cuento de camino, algo irreal, que les sucedía a otros. ¡Cuán equivocada estaba!
Esta carta la escribí en la mañanita, a unas pocas horas de la noticia que consternó a todos en SBUV. Sólo la pasé a mis compañeros y familiares de Elionay, pero no me aventuré a publicarla en el blog porque para el momento me pareció irrespetuoso. Pero, llevo días pensando en mi amigo, así que ahora sí me parece apropiado. Elionay aún es tema de conversación en medio de nuestro trabajo. Aún disfrutamos de su legado. Esta carta es testimonio de ello.
Elionay, te fuiste y no avisaste. Pudiste haber avisado… De haber sabido que no te vería más en este mundo te habría abrazado, fuerte, fuerte la última vez que nos vimos (¿cuándo fue? Realmente ya no lo recuerdo). De haber sabido que te adelantarías tan pronto, habría insistido en hablarte, habría prestado aún más atención a tus palabras, a tus chistes y risa, te habría observado con más detenimiento, para aprender aún más de ti, de tu ejemplo, testimonio y amor al Señor.
No, no recuerdo la última vez que nos vimos, pero hay otras cosas que sí que recuerdo… Te conocí en junio de 2010, en Los Teques, cuando ambos comenzamos a estudiar en el Diplomado en Ciencias Bíblicas, con Edesio. En ese momento, para mí sólo eras un empleado más de Sociedades Bíblicas, y yo sólo una alumna, entusiasmada por aprender, pues mi trabajo voluntario aún no comenzaba. Ya en el 2013, cuando comencé a apoyar los cursos de Ciencias Bíblicas, tú fuiste la primera persona que me dio la bienvenida a mi llegada, y desde allí nuestra amistad, complicidad y camaradería se inició para no acabar más… hasta hoy, que el Señor te reclamó para sí.
¿Cómo es que siempre te las arreglabas para estar contento, feliz y sonreído? No importaba lo que pasara a tu alrededor (momentos difíciles con el trabajo, llamadas de atención por parte del jefe, atrasos en la traducción, cansancio), tú siempre estabas bien, dispuesto a trabajar, optimista y reilón. ¿Recuerdas aquella vez que nos quedamos sin gasolina, llegando a Puerto Ordaz? Mientras Javier paraba los carros en la carretera con la esperanza de comprar combustible, tú cantabas coritos de alabanza… Yo no pude cantar porque no podía parar de reír…
Te fuiste Elionay, y nos dejaste a todos llorosos y en negación. Javier atendió mi llamada antes de las 6 am, triste, quebrado, tratando de entender, sin lograrlo. Marlon mandó un audio por WhatsApp y decía: No, no, no… Llamé a Judith para avisarle tu partida, y me dijo lo mismo… No, no, no. Luisana, me mandó varios audios donde nunca paró de llorar. Mario se lamentó de manera muy sentida… no, no, no. Heimar estaba igual de afectado, frustrado, incrédulo. Es que es muy difícil de creer, de asimilar, de aceptar. ¿Será que creímos que eras eterno? No sé, lo que sí sé es que uno no se recupera de la pérdida de alguien tan valioso y querido.
¿Sabes? El trabajo sin ti ya no será igual… Ya no habrá risas (al menos por un tiempo), ni te veremos comer con gusto, ya no entraremos en debates, que comiencen muy acalorados, pero siempre terminen en risas. Tendremos que buscar quien nos aliente, nos impulse y nos inspire a seguir… Javier ya lo hace, pero le harás falta tú para apoyarlo. Y claro que saldremos al ruedo, airosos, porque fiel es Aquel que nos sostiene. Pero, no será fácil. No, no lo será.
Hoy, el cielo está de fiesta, pues tú eres su ganancia. Hoy se acabaron las coronas, y las perlas y diademas que las adornan, porque llegaste tú, y te las merecías todas, pues. El Señor está feliz porque llegó su fiel servidor, el que fue fiel hasta hoy, hasta la muerte. Hoy estás en los brazos de tu Señor, pues saliste airoso, hoy ya puedes respirar bien, y gozas de un hermoso cuerpo glorificado. Y no te confundas por mis lágrimas, que caen sobre el teclado. Estoy feliz por ti… Espéranos, algún día nos reuniremos y te contaremos cómo continuó la causa bíblica, aquella por la que tanto luchaste.
Adiós, Elionay…
Si sigues mi blog, ya sabrás que son varias las cartas y entradas que he escrito este año y pico de pandemia relatando la partida de alguien cercano a mí. Lo más triste es que parece que ya nos acostumbramos a la muerte. Sí, la muerte es parte de la vida, pero siempre nos ha sorprendido. Hoy en día, la gente fallece y todos comentan sin asombrarse. Esto es tan inusual.
Este es el momento de pensar a dónde iremos si fallecemos… ¿Lo has pensado alguna vez? Elionay, Sara, Hortensia, Ronald, Ana Tibisay, Juan, Heriberto y tanto otros seres queridos sabían muy bien que el Señor les esperaba con los brazos abiertos, pues ellos habían entregado su vida al Señor Jesucristo, porque Él había entregado Su vida por ellos, y por mí, y por ti. Sabes eso, ¿verdad? Este es el momento de pensar en ello.
Sí, la muerte ya no sorprende… Que no te encuentre sin estar preparado.
“Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos”. Salmo 116:15
Una respuesta a «Carta a Elionay»
Esto me hizo llorar contigo al amigo perdido, pero también me hizo pensar que quien se va no es perdido…. Gracias!