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Recuerdos Sempiternos

“Los recuerdos no pueblan nuestra soledad, como suele decirse; antes, al contrario, la hacen más profunda”. Gustave Flaubert

No tengo una gran memoria, no tengo capacidad de recordar cosas pues, una vez que pasan, para mí están borradas, como si pertenecieran a otra vida. Roger, mi esposo, sí que cuenta con una memoria prodigiosa. Cualquier cosa evoca un recuerdo en él, un olor, algún sabor, fotos, lugares, situaciones que disparan dardos a la memoria que, lejos de agujerearla, lo que hacen es avivar una llama de nostalgia muy difícil de extinguir. Es que la memoria está ligada a la saudade brasileña, a la nostalgia, como esas enredaderas que trepan las paredes y las minan, de tal manera que no se distinguen la una de la otra. Roger es melancólico y la memoria en él es un depósito de episodios que nunca pierden su color, permanecen vivos en su mente y corazón.

Los recuerdos son así, pueblan nuestra mente y pensamientos y hacen estragos, por ejemplo, con la precaria estabilidad emocional que tenemos las madres con hijos fuera del país. Sí, soy dramática. Pero así es como se siente vivir lejos de los niños que criaste, con esmero, con fastidio, por deber, con placer, o a chancletazo limpio… no importa cómo haya sido la crianza. Los hijos lejos de casa duelen. Y si no tienes buena memoria, los lugares dejados atrás por los seres queridos se encargan de avivar los momentos vividos en ellos. Sí, los recuerdos rondan los entresijos de los espacios que dejan.

Hemos vivido en la misma casa por más de 20 años. En esta casa criamos a nuestros dos hijos. Cada rincón, cada habitación, cada espacio está impregnado de su paso por ella. Aún hay cosas que les pertenecen, están allí, como testimonio indeleble de una vida que ya no volverá. Cuando mis chicos eran pequeños no podía esperar a que crecieran, que dejaran los pañales, que pudieran hablar conmigo, compartir como personas grandes. Ahora que son adultos y dejaron el hogar quisiera regresar el tiempo y tenerlos a mí lado, orbitando a mi alrededor.

A veces recorro la casa y veo a mis hijos en sus cuartos, jugando PlayStation, estudiando, escuchando música, corriendo en el patio, jugando metras debajo de los pinos, llorando por alguna bobería, para abandonar el llanto tan pronto algo captara su atención. Los veo haciendo tareas en la mesa del comedor, los siento atravesados en la cocina, Juan Carlos haciendo empanadas, Rogerito frustrado buscando qué comer, parado frente a una nevera que nunca tuvo comida atractiva, sólo alimentos para desayunar, almorzar y cenar. (En casa nunca hubo galletas, ni helados, ni esas cosas por el estilo. Sólo lo necesario, no más). Paso gran parte del día sola, en la misma casa familiar que ahora está preñada de recuerdos… No es triste, no. Sólo es prueba de que la vida cambia, nos guste o no. Pero los recuerdos no sólo se quedan en los espacios físicos, sino que también van con nosotros a donde quiera que vamos.

En estos días mi hijo mayor me relató un episodio de su niñez que fue determinante para su vida. Recordó, con vívido detalle, la primera vez que usó una computadora con internet, en casa de su abuela. Se acordó de la página a la que entró por sugerencia mía y también, por supuesto, reconoció ese momento como aquel donde decidió que él quería trabajar con computadoras. Yo calculo que tendría entre 8 y 10 años, por allí. Rogerito me cuenta que sintió como un golpe en el corazón cuando ese episodio entró en su cabeza, con la fuerza arrolladora que tienen los recuerdos de la niñez.

El corazón está lleno de recuerdos, buenos y malos, memorables e infames, alegres y tristes. Cada uno de ellos moldea nuestra vida y nos hace ser lo que somos. Siempre pienso en María, la madre de Jesús… Ella relató muchos recuerdos de la concepción, nacimiento y niñez de su hijo a Lucas, el médico griego que escribió un libro en dos partes: El Evangelio de Lucas y Hechos de los Apóstoles. La Biblia dice con insistencia que María guardaba muchas cosas en su corazón. Quizás ella era una madre como yo y como todas, en realidad, una madre que no olvida las cosas que realmente valen la pena.

María nunca olvidó su conversación con el ángel que le comunicó cosas tan delicadas, que cambiarían su vida para siempre. María recordó el viaje hasta Belén, el nacimiento accidentado en un establo, la visita de los pastores y los sabios de oriente, la huida a Egipto, la vida mucho más calmada en Nazaret. María evocó, quizás con una sonrisa, el viaje a Jerusalén con un Jesús de 12 años, sabio y preclaro. Nunca olvidó la angustia de saberlo perdido y el alivio al encontrarlo rodeado de rabinos. Los recuerdos rondan nuestra vida de manera indeleble. María tuvo la oportunidad única de vaciarlos en el talento de un gran escritor inspirado por Dios.

Yo, yo no cuento con un escritor que me ayude a poner en papel todo y lo mucho que recuerdo de mis hijos. Pero sí tengo este blog que me permite recoger todo lo que mis pensamientos me dictan, todo lo que mis recuerdos evocan, todo lo que mi nostalgia me hace revivir. Quiero escribir una serie de publicaciones acerca de esos recuerdos que me acosan en casa, en el vecindario, en la ciudad. Y plasmarlos aquí para que sirvan de catarsis, para que me hagan reír y llorar, ¿por qué no? Espero que puedan acompañarme por el camino acontecido de la memoria, o quizás de la soledad más profunda. ¿Quién sabe? Quizás Flaubert tenga razón.

Por Francis Sanchez

Hola, soy Francis. Me gusta escribir y creo que lo hago bien. Llevo mucho tiempo escribiendo sobre temas biblicos, ya que trabajo como voluntaria Sociedades Bíblicas Unidas de Venezuela.

Estoy casada y tengo dos hijos adultos. Mi hijo mayor siempre me ha impulsado a escribir y publicar. De hecho, este blog es su regalo de cumpleanos para mi

11 respuestas a «Recuerdos Sempiternos»

Mi Francis querida,como siempre un escrito tan sentido y vivencial.Me retrato en este sentimiento de madre ante la añoranza de tenerlos alli, compartiendo sus alegrías,logros, tristezas … Todavia lo hacemos a través de la tecnología ,pero extrañando su olor, su esencia ,su paladar, en fin infinitos segundos que van pasando sin su presencia . Bendiciones para todos madres, padres, hijos y familiares ,que nos separan kilómetros pero nos acerca y crece cada día más el amor 😍 .
Post data ,,(Recuerdo a Roger cuando visitaba mi casa y comía los cambures que estaban arriba del horno jajaja .)

Hermosos recuerdos mi amada hermana recuerdos que al cerrar los ojos quisiera tocar o.revivir esos momentos bellas palabras y.vivencia gracias hermana por también trasladarme a recuerdos Dios te bendiga

Los recuerdos hermana Francis, no se porque pasa eso, parece que en la medida que aumentan nuestros años empezamos a recordar eventos más tempranos en nuestra vida. Esta estrofa la saqué de un poema que ganó un premio en algún concurso colegial:

Recuerdos de mi infancia enterrados están, en mi memoria se encuentran, no están en el desván. Cuales buenos eran los intentaré buscar, en mi mar de recuerdos, recuerdos serán. (Joan Gomez Casanova).

Gracias por darnos la oportunidad de leerla.
Jose Cardoza

Helenita, siempre tus escritos me llegan, porque son como si estuvieras frente a mí conversando: sencilla espontánea, ocurrente, pero
reflexiva y muchas veces profunda; así mismo escribes. Me encanta.
Me identifico con ese rol de madre con hijo ausente, aunque no tan lejos, pero lo suficiente para extrañar su cálida presencia.
Eso nos toca vivir!!! Pero con los recuerdos muy presentes!!!

«La vida cambia, nos guste o no».
Los recuerdos, nos permiten entender eso, a su vez, el entenderlo nos da la oportunidad de aprovechar, aprender y sacar el mayor provecho de cada una de esas etapas que vivimos, ojo, dichas etapas sean buenas o las categoricemos como malas, sea cómo sea siempre tendrán un valor y un propósito en nuestra vida.

Cómo dice Eclesiastés 3:1-8, hay un tiempo para todo. Ecl 3:1: «Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo:»

Me gusto mucho la publicación querida Francis, un abrazo.
Gracias por compartirlo.

Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de el emana la vida, recuerdos momentos especiales, viajes, encuentros , contigo al nacer viví la experiencia de tu vida a mi lado, juntas hemos poblado nuestra razón de vivir con Cristo y con la gente que amamos, te quiero cada segundo de nuestra vida. mamá.

Los recuerdos aparecen justamente en momentos de soledad. Es increible y maravilloso como Dios formo nuestro cerebro lleno de neuronas, dendritas y memorias. Existe la Teoría de huellas múltiple que hace defensa cada vez que se recupera un recuerdo, pues el registro del mismo constituye otra memoria, que está estrechamente relacionada con las emociones.

A mayor impacto emocional, mayor capacidad de recuerdo del mismo. Los recuerdos que más perduran en nuestra memoria tienen que ver con emociones muy potentes: ira, tristeza, felicidad, miedo, etc. Y justamente estos con el tiempo salen a relucir (y mas a cierta edad y en soledad), pues gracias a las emociones que sentimos con los recuerdos, podemos aprender de las experiencias vividas para tomar decisiones más acertadas en el futuro. 

Nuestros hijos y compañero de vida hacen posible que cada rincon de nuestra casa huelan a ellos, cada cancion, comida paseos, logros, frustaciones, entre otros, se hagan sentir, y nunca pero nunca los olvidaremos. Y la distancia no nos podra separar del amor para con nuestros hijos, y los recuerdos aun mas.

Jeremías 1:5 «Antes que yo te formara en el seno materno, te conocí, y antes que nacieras, te consagré, te puse por profeta a las naciones.»

Hola Francis..no puedo sentir las emociones que evocas sobre la maternidad a través de los recuerdos.. porque no soy madre..!.pero si de la presencia de los recuerdos..al palpar con nuestros sentidos y emociones en el presente ..se traen a la mente.. estos se reviven..momentos buenos y malos ..algunos más enterrados que otros en mi memoria en lo mas profundo de mi ser ..como determiné hacerlos..según el grado de afección o impacto que pudieron haber tenido en mi vida… todos están allí presentes…recordados o no de forma consciente..marcan… ….escapar de ellos o ignorarlos es absurdo e imposible..forman parte de mi existencia como persona..marcas que nunca podrán ser borradas.
Esta demás decirte ..que aprecio las habilidades que tienes para comunicarte de manera sencilla y diáfana tus sentimientos.
Gracias por compartirlas.
Un abrazo.

Cooomo lloro! 😭 cada palabra tuya aquí provoca una lágrima…una lágrima y un por qué….por qué nos pasa esto???….

Confieso tener envidia! Una envidia atroz, feroz hacia las madres que no han extraviado a sus hijos por el mundo!

Tienes razón mi escritora, no se olvidan las cosas que REALMENTE valen la pena … Quedan adheridas al pericardio, como un segundo recubrimiento del corazón!

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