“¿Por qué me has inquietado haciéndome venir?” (…) “¿Y para qué me preguntas a mí, si Jehová se ha apartado de ti y es tu enemigo?” 1 Samuel 28:15-16
Hay muchas cosas en la Biblia que no tienen sentido, o peor aún, algunas cosas parecen entrar en franca y abierta rebeldía con lo que Dios ha establecido y dispuesto en Su Palabra. Sin embargo, si recordamos bien, la Biblia no admite contradicciones. La labor hermenéutica debe partir del principio de la inerrancia, que asegura que la Palabra no se equivoca, pues es una unidad de pensamiento perfectamente delineada. Hoy quiero hacer algunas reflexiones en torno al relato que se encuentra en 1 Samuel 28, donde Saúl, en su desespero ante el silencio de Dios, decide consultar a una hechicera en Endor.
En este relato, Saúl está en caída libre con respecto a su relación con Dios, sencillamente tal relación ya no existe. A lo largo del primer libro de Samuel vemos como la imagen de Saúl, primer rey de Israel, se deteriora al punto de hacer pensar a muchos comentaristas que este monarca ha perdido la cabeza, se duda de su salud mental, pues. Al principio de su reino, Saúl se pinta como una persona que está bajo la autoridad de Dios, y esto le hace disfrutar de algunas victorias bélicas… derrota a los amonitas, y se enfrenta también a los filisteos, enemigos naturales e históricos de Israel. Pero, en el capítulo 15, Dios desecha a Saúl porque éste lo desobedece abiertamente. Allí comienza la caída de este rey… Y comienzan sus locuras también.
Como consecuencia de la desobediencia de Saúl, Dios promete no volver a auxiliarlo con Su Espíritu, promesa que el Señor cumple a rajatabla, como siempre, dejando al rey completamente desamparado, a merced de su conducta errática y desquiciada. David es ahora el nuevo ungido, y esto desata los celos y la locura de Saúl. Hacia el final de 1 Samuel, ya el rey no sabe qué hacer para llamar la atención de Dios y ganar Su favor y Su asistencia. Dios lo abandonó y Saúl no sabe qué más hacer para derrotar a sus enemigos. Esa es la prueba más fehaciente de que Dios es realmente el Dios de los Ejércitos. Sin Él no hay victoria posible.
En el capítulo 28, los filisteos están cercando a Israel, y entonces, ante el desamparo divino, Saúl se le ocurre la genial idea de consultar a Samuel, quien ya había muerto, a través de una hechicera. La desesperación de este pobre señor es clara y genuina… El mismo Saúl había prohibido la consulta a magos y hechiceros. La misma bruja se lo dijo, cuando Saúl fue a verla disfrazado para evitar ser reconocido. La indignación de Samuel es tragicómica… y Saúl es tan patético que causa risa y lástima a la vez. ¿Quién puede respetar y admirar a un rey así, tan pusilánime? Saúl no es más que un pelele. Su fama y prestigio sólo duró unos pocos capítulos.
Ahora, ¿qué propósito cumple este relato bíblico? A simple vista este texto parece no ser justo con la naturaleza santa de Dios (quien nunca traiciona Quien Es) ni con Sus leyes en cuanto a no consultar hechiceros (tal como lo establece Levíticos). Este pasaje es uno de los más oscuros, pues no se explica su inclusión en la Palabra de Dios. ¿Acaso podemos aprender algo de este fatídico episodio bíblico? Tal parece que no… Sin embargo, hay algunas consideraciones que debemos tomar en cuenta.
Primero, debemos recordar que Dios decidió confeccionar Su Palabra usando a hombres inspirados por Su Espíritu. Dios le plació trabajar con seres humanos inmersos en una cultura específica y con realidades y cosmovisiones particulares y muy diversas. La hechicería es una realidad en la cultura bíblica del Antiguo Testamento (y aún del Nuevo Testamento y de nuestro tiempo). El escritor de 1 Samuel conocía muy bien esta realidad y lo plasmó en el texto, como testimonio genuino de la desesperación y la soledad del rey Saúl. La cultura y sus realidades suelen permear su literatura, como expresión de sus valores. Esto es verdad en la Biblia, ningún libro escapa a esta realidad literaria.
Así mismo, sabemos que la Biblia es testimonio escrito del Señor trabajando y relacionándose con mujeres y hombres fallidos que intentan agradar a un Dios que les exige santidad y fidelidad (dos características que no son inherentes al ser humano). La Palabra de Dios nunca ha escondido nada acerca de la condición fallida, imperfecta y pecadora del hombre. El pasaje que nos ocupa no escapa a esta verdad. Saúl fue un hombre equivocado, soberbio, insensato, que nunca se acostumbró al abandono castigador y al carácter santo de Dios… La Biblia no oculta las fallas de Saúl, ni las de nadie. El hombre es un pecador y punto. La humanidad entera se ve reflejada en sus páginas.
Ahora, gran parte del relato de Saúl establece que él estaba atormentado por espíritus. Hoy sabemos que probablemente este pobre rey sufría de alguna enfermedad mental (¿esquizofrenia?). El relato de la hechicera de Endor no hace otra cosa que reforzar la idea de un rey enfermo, atormentado y desacertado. ¿No es acaso una locura que un monarca consultara a una hechicera habiendo prohibido él mismo tales prácticas a su pueblo? No en balde se disfrazó para encubrir su identidad ante la mujer… Algunos comentaristas creen que este episodio es incluso producto de alguna visión o alucinación de Saúl.
Uno de los principios hermenéuticos establece que, cuando se estudia la Biblia se debe buscar siempre la perspectiva divina. ¿Qué nos dice este relato en cuanto a Dios? Sin lugar a dudas, el Señor aborrece la adivinación y la hechicería. ¿Escuchamos la voz, la indignación o el beneplácito de Dios en este relato? No, Dios no interviene en ningún momento. Este pasaje es un asunto fallido y muy humano. Muchas veces vamos a ver a Dios actuando palpablemente en la vida del pueblo y de sus líderes, pero aquí, en el capítulo 28 de 1 Samuel, Dios está completamente ausente. Su ausencia y silencio son elocuentes.
Por último, no perdamos de vista los objetivos y las aplicaciones de este texto. Allí se establece lo desesperado y solitario del hombre cuando no encuentra a Dios. Este es el punto focal del texto… El hombre no es nadie sin Dios, y los líderes de Israel lo saben muy bien. El Dios de los Ejércitos ya no peleaba junto a Saúl, ya no aconsejaba al rey, yo no daba Su visto bueno. Su Espíritu no ofrecía Su asistencia y poder. La humanidad sin Dios está perdida, derrotada, sola, a merced de los enemigos.
¿No dice la Palabra que busquemos a Dios mientras pueda ser hallado?
2 respuestas a «Cuando Dios no está: Saúl y la hechicera de Endor»
Excelente y reflexivo aún para nuestros tiempos. Si alguien consulta con hechiceros claramente no está el Espíritu de Dios en él. Y cuando Dios nos rechaza a quien más debemos ir por misericordia sino a él. El es soberano y obrará de acuerdo a su voluntad en nuestras vidas. Nuestro única carta es tratar de mantener una vida que le agrade.
GRACIAS, FRANCIS!….tu conocimiento lo haces digerible para nosotros, para mí quiero decir. Doy gracias a Dios por él, porque ese conocimiento me nutre!