“… Bien sabía que tú eres un Dios bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, que cambias de parecer y no destruyes…” Jonás 4:2
La mayoría de los libros proféticos en la Biblia conservan características propias del género que los agrupa. Generalmente presentan al profeta con una lucha o crisis en cuanto al llamado de Dios, llamado al que el mensajero acepta siempre con reservas, bien porque no se siente digno de tal honor, o bien porque no se siente con ánimos de soportar los rigores que vienen con el oficio. Otra característica importante es que esos libros tienden a dedicar un espacio considerable al contenido del mensaje profético, pues siempre el profeta habla en nombre de Dios y suelta la palabra, sin freno, pudor o prudencia. Por supuesto, esto le gana al pobre profeta muchos enemigos. Y, ese mensaje siempre es recibido de la peor manera, nadie se siente aludido, y todos arremeten contra el hombre de Dios. No, ser profeta nunca fue nada fácil.
Pero. el libro del profeta Jonás es muy particular en cuanto a su manera de abordar la labor profética. Dios llama a Jonás para que vaya a predicar a la ciudad de Nínive, pero el profeta, lejos de debatir con Dios en medio de su crisis vocacional, decide huir a la ciudad de Tarsis, dándole la espalda al Señor. Por otro lado, este libro es quizás el único que no cuenta con el contenido del mensaje y llamado de arrepentimiento que el profeta hace a los habitantes de Nínive, sólo se menciona que Jonás predicó a los locales y ya, no hay más detalles. Y, por último, este libro es uno de los pocos que cuenta la multitudinaria y positiva respuesta con que la gente acogió el mensaje de Dios. Todos creyeron, nadie se perdió, nadie arremetió contra el profeta.
La semana pasada tuve la oportunidad de asistir, en calidad de estudiante en práctica, al chequeo de la traducción de Jonás al idioma de la etnia Curipaco. Trabajamos en el capítulo 4, el último del libro, donde Jonás tiene una increíble y exagerada pataleta con Dios, cuando se da cuenta de la maravillosa acogida al mensaje divino, y las muestras de arrepentimiento genuino por parte de la gente de Nínive. El consultor principal comentó que Jonás era muy dramático y exagerado, y lo tildó de “Drama Queen”. Es que el profeta está muy malhumorado en ese episodio del libro… Jonás siempre me recuerda a los actores mexicanos de telenovelas: Muy afectado y teatral, remilgado y malcriado.
Pero, revisemos un poco la reticencia y posterior molestia de Jonás, no sea que lo juzguemos sin conocimiento de causa. ¿Por qué Jonás está tan molesto y reacciona de tal manera? Dios manda al profeta a predicar a Nínive, una ciudad donde vivían los enemigos acérrimos de los hebreos, enemigos naturales. ¿Cómo se atreve Dios a enviar a Jonás, un tipo nacionalista, hebreo por los cuatro costados, circunciso y orgulloso, a predicar a esta gente despreciable? Por eso es que el profeta decide huir a Tarsis (que, por cierto, muchos comentaristas dicen que es la actual España…). Jonás decide ir a otro destino, no fuera a ser que a Dios le diera por salvarlos, ¡no faltaba más…!
Jonás no sólo lucha contra Dios en unos pocos versículos… Todo el libro es una crisis y una lucha en sí mismo. Realmente, el libro no tiene espacio para el mensaje divino porque Dios está muy ocupado tratando con este hombre que se deshace en una serie de emociones en casi cada versículo del texto bíblico. Al principio, Jonás escucha el llamado de Dios, se indigna y huye. Luego, se encuentra en el ojo de una tormenta ocasionada por su terquedad. De allí entra a las entrañas de un gran pez que lo mantiene por espacio de tres días en el fondo más profundo de la miseria humana. Sale de allí y finalmente decide predicar el mensaje de Dios, en modo renegado, con la mala suerte que esos a quien odia tanto oyen al Señor y se arrepienten de manera absoluta. Una locura, pues.
Hay una expresión española muy popular y acertada que describe a una persona volátil, a quien se le vuelan los tapones con facilidad cuando está molesta. De personas así se dice que tienen “un prontito de cuidado”, aludiendo que con ese tipo de temperamentos es muy delicado y difícil lidiar. Jonás es de esos… pronto para molestarse, cualquier cosa lo saca de centro, lo desencaja pues… ¿Será que este tío, Jonás, era español? Pero, Dios lidia con Jonás como un Padre que se enfrenta a un hijo, adolescente temperamental, quien no puede entender nada porque está muy cegado, egoístamente centrado en sí mismo.
Lo curioso es que al comienzo del capítulo 4 Jonás demuestra conocer a Dios muy bien. En el versículo 2, Jonás parece decir a Dios… “Es que yo sabía, tú no das puntada sin dedal”. Jonás conoce a Dios al dedillo, él sabe cómo el Señor reacciona a un corazón arrepentido y humillado, que reconoce su pecado y su falta de Dios. Esa es la causa de la pataleta. Pero, igual de curioso es la paciencia, y hasta el humor de Dios en medio del berrinche… Dios parece decirle a Jonás… “Bien me conoces, yo no me aguanto dos pedidas, no puedo ser indiferente a un corazón de carne, sensible. No voy a abandonar a la gente, y hasta a los animales que tanto amo”. En Jonás, el amor de Dios adquiere un carácter universal, inclusivo, que supera cualquier animadversión humana, y que además toma el tiempo necesario para explicarse, para aclarar que, a fin de cuentas, ese amor es la razón de todo, y es lo que mueve todo.
Jonás me enseña lo necesario y vital que es conocer a Dios, lo importante de relacionarse con el Señor de tal manera que Éste, aun si quisiera, no pudiera engañarme. Jonás, y muchos otros en la Biblia, gozaron de una cercanía y una interacción con Dios que hoy yo anhelo. Pero, también aprendo que a Dios no hay quien lo saque de su propósito de salvar a aquel que se acerque a Él con la actitud correcta, con el corazón listo para recibirle. Eso es lo mejor de todo.
¿Conocemos a Dios de esta manera?
Una respuesta a «Jonás: El dramatismo extremo»
Me fascinó este escrito, porque es humano, y nada humano me es ajeno…he tenido pataletas, preguntandole a Dios por qué…por qué esto??? Por qué aquello, cuestionandole por mis propios errores! ….Me puedo reflejar, y agradezco por el reflejo!