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¿Utopías?

La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas”. Karl Marx

Hace unos años conocí un pastor joven, argentino, radicado en Ecuador. Con una inteligencia privilegiada y más conocimientos de los que una mente puede albergar, Rodrigo era lo más estimulante en el curso de consultores en traducción bíblica que ambos hacíamos en San José de Costa Rica. Quise hablar con él inmediatamente, atraída por ese acento argentino tan peculiar, ese mismo acento que tendrán los nietos que aún no llegan a mi vida. Por supuesto, le conté que mi hijo Juan Carlos había llegado a la Argentina sólo unas semanas antes y, tras escuchar sus historias de crianza porteña, le pregunté por qué vivir en Quito y no en Buenos Aires. Su semblante cambió y con un dejo de frustración me dijo sin más: “El capitalismo propugnado por Macri acabó con la Argentina. Es imposible vivir allí”.

Yo, que vivo en Venezuela y sufro en mayor o menor grado (según se quiera ver) los embates del socialismo del siglo XXI, no podía creer lo que oía. ¿Será que escuché bien? ¿El capitalismo puede acabar con un país? Rodrigo abrió sus ojos, incrédulo: ¿acaso podía esta mujer ser tan ingenua e ignorante?

Ahora que he rasguñado algunos conceptos básicos sobre política y economía en mi curso de filosofía, es que entiendo lo que Rodrigo me explicó con tanta pasión: “El capitalismo ahorca al ciudadano común, con unos servicios por las nubes, con empleos de miseria, con políticas económicas que sólo benefician a un puñado de empresarios, pertenecientes a una cúpula de poder regentado por una minoría”. “Sí, así es”, le dije yo. “Pero el socialismo tampoco es la respuesta. El capitalismo coloca la riqueza en unos pocos, sí. Pero es que, por otro lado, el socialismo busca empobrecernos a todos por igual”. ¡El juego estaba trancado!

Lo único que saqué en claro de esa acalorada discusión es que ningún sistema social, político o económico es perfecto, ¡ni siquiera perfectible! Y yo achaco todo este embrollo al ser humano mismo. A ver si me explico. Para ello necesito remitirme a la historia universal y, no faltaba más, a las ideas impulsadas por Immanuel Kant y Karl Marx.

La historia universal nos habla de un camino de luchas y revoluciones que se han sucedido de forma cíclica y periódica a lo largo del acontecer humano. La desigualdad ha desencadenado un sinnúmero de acontecimientos en el orden social, ocasionados por el egoísmo y el poder, ostentado siempre por unos pocos privilegiados. Es la triste historia de nuestras vidas, pues, de la humanidad toda. De todos los movimientos igualitarios, la revolución francesa (1789-1799) es quizás el de mayor poder catalizador.

Producto de una sociedad profundamente desigual e injusta, la revolución francesa nace para trastocar la cosmovisión política, económica y social de la Europa de principios del siglo XIX. Con su lema de IGUALDAD, LIBERTAD Y FRATERNIDAD, comienza a lanzar las ideas que moldearían los conceptos de democracia y modernidad hasta nuestros días. Es así como muchas constituciones del mundo consagraron orgullosamente, adoptaron como propia y arroparon para sí los altos ideales humanos que resultaron de milenios de desmanes, y que trajeron a la postre el desarrollo de los Derechos Universales del Hombre.

Pero, ¿a qué se refiere exactamente este lema de valores tan altos para la humanidad toda? Hice una búsqueda rápida y aleatoria sobre las implicaciones del lema de la revolución francesa, y me encontré con lo siguiente:

La libertad, o el derecho a vivir libremente y sin opresión o restricciones indebidas por parte de las autoridades, es un valor fundamental en una sociedad democrática. También lo es la igualdad. No se trata únicamente de tratarse como iguales, sino de que cada persona sea considerada igual ante la ley. La fraternidad, se refiere a que todos debemos ser amables y solidarios con los demás. En el fondo, se trata de solidaridad: somos todos socios en la construcción y el mantenimiento de una sociedad segura, libre y justa en la que todos queremos vivir”.i

Hasta ahora todo va muy bien. Todo tiene harto sentido, ¿no? Esa es el tipo de sociedad donde todos queremos y merecemos vivir, donde la solidaridad marca el camino seguro a la justicia social. Creo en la igualdad del ser humano, me alivia saber que ante la ley tengo el mismo valor que pueda tener cualquier otra persona. Creo en mi derecho a vivir en libertad, amparada en el cumplimiento de la ley. Me conmueven los sentimientos de hermandad que nos unen a todos los seres humanos y la solidaridad que la sustenta. Sin embargo, creo personalmente que esta triada de valores se ha desvirtuado para ir por derroteros equívocos, alejados de su destino primario. Y es allí donde quiero llevar mi análisis. Esta es mi opinión personal y en ningún momento debe considerarse tal opinión como un ataque a los valores que nos fundamentan como seres humanos.

Karl Marx, famoso pensador alemán que desarrolló un acertado análisis de la economía y la sociedad del siglo XIX en su obra El Capital, habla de modos de producción y del trabajo como el motor para que los seres humanos puedan organizarse y así satisfacer sus necesidades. Fue uno de los primeros que habló de clases sociales, de la burguesía (aquellos que tienen el capital para producir mercancías), y del proletariado (la masa obrera que trabaja para el burgués y recibe en pago lo mínimo para subsistir, muy a pesar de su clara intervención en la creación de la riqueza resultante). De la tensión entre estos dos grupos nace la lucha de clases, dada la clara situación de desigualdad que los enfrenta.

La desigualdad… Claramente hay un profundo abismo entre la burguesía y el proletariado. Y esta desigualdad es la que trae el conflicto que desencadena la inevitable revolución. Me pregunto, ¿qué tanto influyó la revolución francesa en las observaciones socioeconómicas de Marx? ¿Estaba Marx pensando en la igualdad inalienable del hombre cuando formuló toda su tesis, contenida en El Capital? ¡Ojo! Éstas y otras preguntas en este ensayo son genuinas, no sé las respuestas. Sólo me apresto a preguntar y pensar un poco en ellas.

Se me antoja que la igualdad del ser humano es un asunto que se ha llevado a extremos imposibles. Todos somos iguales, como seres biológicos, civiles, con iguales derechos ante la ley. Pero… ¿Realmente somos todos iguales? ¿Tenemos todos los hombres las mismas condiciones óptimas de desarrollo integral? ¿Contamos con la misma suerte? ¿Tenemos los mismos recursos? Y yéndonos al terreno kantiano, ¿Sera realmente cierto que todos tenemos la misma capacidad de conocer, de comprender, de razonar?

Mmmm… No sé. No estoy tan segura de ello, mis queridos Immanuel y Karl. ¡Sólo el hecho de no tener una alimentación adecuada nos coloca en una situación de desventaja y de desigualdad intelectual y física ante el prójimo que goza de una dieta balanceada! Y, ¿qué decir del dinero que tanto analizó Marx? En estas realidades del tercer mundo es mucho el que pierde la oportunidad para desarrollar una actividad económica, libre de la alienación burguesa, porque no cuenta, de nuevo, con el capital necesario para llevarlo a cabo. Bajo estas condiciones de desigualdad, no hay razón pura ni práctica, no hay metafísica que explique más allá de la lógica, no hay proletariado que se libere de la alienación de pertenecerle al otro que tiene el dinero para producir la mercancía. A veces las circunstancias no están dadas. ¡A ver qué van a hacer ahora con la igualdad que llevan ya más de dos siglos impulsando! ¿Será que el lema francés es más bien utópico? ¿Distópico, quizás?

Kant, el famoso filosofo que llevó la epistemología a límites insospechados, aseguró que la capacidad de razonar es la misma para todos. Sé por experiencia propia que eso no se cumple en muchas personas. En mí, con toda certeza, no. Ya lo he dicho, la desigualdad en todos los terrenos, lejos de ser injusta parece, más bien, ser la norma.

Debo ser honesta conmigo misma, no entiendo a cabalidad lo que estos hombres desarrollaron. A Marx quizás lo entiendo más porque la perorata socialista me ha acompañado gran parte de mis años de adulta. Kant ha penetrado mi razonamiento poquito a poco, con su peculiar manera de ser. Pero eso no me exime de pensarlos y encontrar en ellos puntos debatibles, con las muchas distancias que el tiempo, la historia y la cultura pone entre ellos (alemanes sabihondos, ordenados y predecibles) y yo (latinoamericana que sabe muy poco de nada, desordenada en su manera de pensar). ¡Ya me dirá el profesor cómo nos va con este ejercicio hermenéutico!

Hace poco me tropecé con un artículo que analizaba la manera como el trabajo controlaba a la gente en países abiertamente capitalistas, como los Estados Unidos de América. Resulta que la generación Z, los zoomers (los nacidos entre1990 al 2010) ya se está resistiendo a la obsesión laboral de los boomers, rechaza la cultura ultra consumista, e intenta abrazar un pensamiento más abierto en cuanto a la vida, al tiempo y a la libertad resultante.

Marx estaría muy orgulloso. ¿Será este el fin de la plusvalía? ¿Y qué del capitalismo? A Kant no creo que le caería muy bien esto de dedicar menos tiempo al trabajo. ¿Cómo afectaría esta noción de vida a sus paseos precisos, cada tarde a las 4?

Por cierto, la igualdad del ser humano, la que acabo de cuestionar, ¿pertenece a los juicios sintéticos a priori, aquellos que se miden y valoran en función al espacio y el tiempo? Creo que sí.

Ahora, cabe la pregunta, ¿qué comían los alemanes de los siglos XVIII y XIX que los hacía tan sabios y acuciosos? Valdría la pena averiguarlo, a ver si adoptamos esas costumbres dietéticas.

Por Francis Sanchez

Hola, soy Francis. Me gusta escribir y creo que lo hago bien. Llevo mucho tiempo escribiendo sobre temas biblicos, ya que trabajo como voluntaria Sociedades Bíblicas Unidas de Venezuela.

Estoy casada y tengo dos hijos adultos. Mi hijo mayor siempre me ha impulsado a escribir y publicar. De hecho, este blog es su regalo de cumpleanos para mi

10 respuestas a «¿Utopías?»

Muy bueno Helena!! Muy bueno! Haz dibujando en cada palabra mis pensamientos, pero mi poco conocimiento de las dos materias que discutes allí, te confieso que tenía la idea, más para mí no estaban claras, gracias por abrir esa ventanita que estaba saturada de preguntas, sin respuestas. Wuao!! Muy bueno.

Excelente propuesta literaria, el capitalismo, el socialismo, proletariado, burguesía.. términos que definen a una sociedad quizás diferenciada por lo que «comen». Yo lo resumo en dos sociedades que interactuan, los que no tienen la mente de Cristo y los que tienen la mente de Cristo, este último grupo no sentirán el rigor de estas corrientes porque están fuera del círculo de pensamiento del mundo. Gracias por tan exquisito trozo de escrito.

“La libertad, o el derecho a vivir libremente y sin opresión o restricciones indebidas por parte de las autoridades, es un valor fundamental en una sociedad democrática. También lo es la igualdad. No se trata únicamente de tratarse como iguales, sino de que cada persona sea considerada igual ante la ley. La fraternidad, se refiere a que todos debemos ser amables y solidarios con los demás. En el fondo, se trata de solidaridad: somos todos socios en la construcción y el mantenimiento de una sociedad segura, libre y justa en la que todos queremos vivir”.

Para el hombre, solo es posible la igualdad ante la Ley, querer o intentar controlar lo demás, es un ejercicio de sumo orgullo y ansías de control y poder, que a la postre, nunca trae buenos resultados históricamente hablando. Que tal como el texto citado arriba referente al lema de la revolución francesa, que en base a las libertades individuales y a la búsqueda individual de superación y mejora, la sociedad pueda crecer y desarrollarse, procurando no existan restricciones indebidas (del Estado) que retrasen el proceso de crecimiento.

Muy bueno querida Francis, un abrazo grande. Extrañaba tus escritos.

Helena…. que buen análisis…nos paseaste por la historia con tan pocas palabras, siento que me he leído El Capital en unos cuantos párrafos…

Excelente Helenita!!! Leyendo me dibujé en el pupitre, en las clases de la cátedra de economía años atrás; con reflexiones así, de seguro hubiese podido obtener mejores calificaciones!!!!

Sigue adelante!!!
Abrazo

Excelente análisis expuesto en tu blog Helena. Felicitaciones y gracias a Dios porque te ha dotado de una especial sabiduría venida de lo alto para que tus exposiciones nos degen aprendizage de lo que no conocemos a profundidad. El Señor continúe bendiciendo tu vida, más hoy 22 de abril, cuando a El le placio dejar brillar un lucero más en su amplio firmamento, como reflejo de su existencia plasmada en tus conocimientos para que seas su instrumento de luz en aquellos que aún se encuentran en oscuridad. Dios te bendiga.

Hoy he dedicado un tiempo para leer tus escritos y como siempre, quedo satisfecha de la buena inversión de tiempo que he hecho al leerte, eres excelente….Me hace reflexionar que se hace necesario juntarnos una tarde con un buen café para comentar todos estos temas….De repente un día se puede hacer una tarde de tertulia con este tipo de lectura….Bueno, en fin, no dejes de escribir, eres de gran inspiración. Dios continúe bendiciendo tu vida.

Hola Francis Helena. Que gusto y placer poder volver a leerte. Este tema puede ser difícil o fácil de entender , dependiendo de la lupa que usemos para verlo. Podría usar la lupa bíblica, pero voy a usar esta vez la de entomólogo y más específicamente la de un obsesionado amante del estudio del comportamiento de los insectos sociales. Las poblaciones de los insectos sociales se mantienen gracias a algo llamado Altruismo, que no es más que hacer lo que debes hacer en base a tus capacidades dadas naturalmente en beneficio del colectivo. Esto suena como a Comunismo, pero no es así. Se diferencia abismalmente. En los insectos sociales todo se controla por vía fisiológica: feromonas. En las sociedades humanas moderna debería controlarse por medio leyes y acuerdos , que tengan como fin el bienestar espiritual y material de cada uno de los miembros de esa sociedad. Que paso en el comunismo o lo que desearon llamar comunismo y lo más cercano URSS, Cuba, el campo socialista? El control no fue con el fin de beneficiar al colectivo, fue dirigido primero a beneficiar una clase: la obrera, para encubrir el negocio de beneficiarse un grupo o nomenclatura y eso no me lo contaron lo viví en carne propia por 6 años. Volteemos a ver las sociedades nórdicas , como se han organizado y desarrollado. Posiblemente allí podamos encontrar respuesta a parte de esto de las utopías sociales… Un abrazo y sigue escribiendo, nos pone a pensar…

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