“La maternidad tiene un efecto humanizador. Todo se reduce a lo esencial”.
Meryl Streep
Se acerca el Día de la Madre y no puedo dejar de pensar en mis hijos. Criar bebés para que se conviertan en los mejores seres humanos posibles es una locura, ahora que lo pienso en retrospectiva. ¿Cómo es que nos embarcamos en semejante tarea? ¿Cómo es que nos empeñamos en tener hijos, condicionadas por una sociedad que aún nos empuja a ello? Y no es que no me haya gustado tener a mis niños, no. De hecho, ahora que lo pienso bien, me encanta ser madre, pero no es fácil, y no siempre es placentero. La verdad es que la mayoría de las veces lo sentí como una gran responsabilidad, algo que era muy difícil de sobrellevar.
Es que la cosa no es tener retoños y criarlos como si fueran perritos. ¿Qué se le exige a un cachorro? No mucho, la verdad… Que haga sus necesidades en un periódico o en su paseo matutino, que no hagan locuras en casa, que nos acompañen calladamente, que aprendan a cuidar y a defender nuestro hogar, que no agredan a los niños, y otras cosas. Pero, un hijo no es un perrito… es un ser humano que depende de sus padres para, en principio, sobrevivir y superar las muchas etapas que están en su camino, hasta llegar a su madurez e independencia. Y eso es una labor monumental.
Pero, la verdad es que, una vez que una mujer se casa y se embaraza, uno se monta en ese caballo y lo arrea de la mejor manera posible, sin pensarlo mucho. Las cosas van sucediendo, se van dando, y todo fluye. Los niños crecen y van exigiendo a medida que van quemando sus etapas. Yo prácticamente crie a Roger y a Juan juntos, en circunstancias muy parecidas porque sólo se llevan dos años entre sí. Los teteros, los pañales, la andadera, la comida sólida, la escuela, las tareas, los amigos, todo sucedió casi a la par, y entonces la cosa era intensa, multiplicada por dos, pero llevadera.
¿Qué necesita un hijo? Sin ánimos de caer en un lugar común, los hijos necesitan mucho amor y cuidados. Sí, no he descubierto el agua tibia, pero amar y cuidar a una persona que depende de uno es una labor de 24 horas, los 7 días de la semana, los 365 días del año. No hay descanso, no hay escapatoria. La tarea es llevar a esa persona a buen término, llevarlo a que llegue a cumplir su propósito, sea éste el que sea. Suena lindo y manido, pero hacerlo realidad es un montón de trabajo. Y entonces, tienes que dejar de mirarte el ombligo y empezar a vivir por y para ellos.
Además de amor y cuidados, los hijos necesitan estructura, sí, estructura. Me refiero a un hogar con cierta estabilidad, lo digo así porque tener un hogar súper estable es un ideal muchas veces inalcanzable. Pero los niños necesitan funcionar en un ambiente predecible, con una familia que le ofrezca orden y seguridad. Ese tipo de estructura forma su autoestima y favorece su carácter. Saber que papá y mamá siempre están allí para ellos es vital para su desarrollo. Y eso poco tiene que ver con dinero, o recursos materiales. Tiene que ver con tiempo, pláticas, buen ejemplo y desprendimiento. La vida sigue siendo tuya, pero gran parte de ella la dedicas a los hijos.
Ahora, debo ser sincera, comencé a disfrutar a mis hijos cuando ellos pisaron los 10 o 12 años. Ése es el momento ideal para compartir. En una ocasión uno de mis primos me dijo que él debía hacer al menos dos cosas cada día: Leer la prensa y hablar con sus hijas… Nunca se me olvidó eso. Conversar con un hijo es una experiencia vital para toda madre. Hay una etapa en la que a los niños les encanta platicar de todo, ese tiempo se debe aprovechar y atesorar. Si se cultiva el arte de la conversación desde temprano, los hijos nunca van a dejar de hablar con sus padres.
Me encantó la adolescencia de mis muchachos… Escuchábamos música, les ayudaba con sus proyectos del colegio, hablábamos inglés, algunas veces los veía jugar al PlayStation, y siempre disfrutábamos de las mismas series de televisión. También compartíamos con algunos de sus amigos en casa, y algunos de ellos aún son cercanos a nosotros. Y claro que hubo fiestas peligrosas, y bebidas espirituosas y muchos gritos y llantos. Los adolescentes son así, no nos engañemos. Pero a mí me gustó mucho esa etapa. La idea con la crianza es ser parte integral de la vida de los hijos, hacerles saber que no hay nada más importante que ayudarles a crecer.
En la época bíblica, toda mujer debía tener hijos, para probar su valía. La esterilidad era una afrenta social, y muchas veces era motivo de repudio de parte del esposo. (Por eso es tan lindo que el esposo de Ana, ante su esterilidad, le haya preguntado si acaso su amor no era suficiente para ella). Es que era muy importante tener hijos y la mujer que no pudiera tenerlos era burlada y victimizada. En ese entonces, la esposa era la única culpable de la esterilidad. Jamás se imaginaron que un hombre podía también tener problemas para procrear.
En la Biblia, las madres eran las encargadas de amamantar y criar a sus hijos varones hasta que estos eran destetados, como a los 5 años, más o menos. Después, esos varoncitos pasaban a ser responsabilidad de sus padres, quienes les enseñaban el oficio familiar o paterno y aprendían, además, a ser hombres dentro de la sociedad a la que pertenecían.
Ahora, criar niñas era otra cosa. Las hijas nunca se separaban de su madre, de ella aprendían los oficios del hogar y también se incorporaban a las actividades económicas propias del entorno familiar, pues cada familia era una unidad laboral en sí misma. Y así, como a los niños se les enseñaba a ser hombres y a funcionar en sociedad, a las niñas se les enseñaba a ser mujeres castas y honorables, a trabajar duro y a criar a sus hijos para bien. La madre era la responsable de criar a sus hijas, bajo los cánones propios de la sociedad a la que pertenecían.
Hoy en día yo no sé si he idealizado mi labor como madre, ahora que mis hijos no están conmigo. Y, debo decirlo, claro que Roger y Juan me fastidiaron, y por supuesto que me frustré más de una vez al criarlos… Perdí la paciencia a diario, y hubo muchas cosas que dejé de hacer por falta de dinero, porque el dinero nunca es suficiente cuando se es madre. (Resucitar mi francés aún está pendiente, pero es que, o era mi francés o era el inglés de ellos). Pero no, la maternidad no es un martirio, sólo es un trabajo que demanda más de lo que se tiene.
Eso es todo.
Una respuesta a «Criar hijos»
Uffff….me ví tan reflejada!….y quiero además expresarte que te salió bien la cosa….la crianza, pues!….esos muchachos valen oro!….claro algo habrá tenido que ver el padre también 😁