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Filosofía

Lo Trascendente

La trascendencia se ha de buscar en el mismo mundo”. Karl Jaspers.

Los buenos escritores se reconocen por el respeto al lector, por el acompañamiento y asistencia que ese lector recibe del autor para adentrarse a su pensamiento, como un hilo conductor que va develando claves indispensables para la comprensión de aquello que se presenta en forma escrita. “La filosofía”, de Karl Jaspers, se adentra en materia con el desarrollo, muy ameno y personal, de los tres problemas básicos de la filosofía, esos que, según Kant, pertenecen al terreno de la razón pura: DIOS, EL HOMBRE y EL MUNDO. Pero entonces viene un capítulo, EL REQUERIMIENTO INCONDICIONAL, que parece (a simple vista) no corresponder con el correr reflexivo de Jaspers. ¿Qué es esto que rompe con el hilo temático? Ah, pronto me daría cuenta que, sin entender lo incondicional, la reflexión acerca de esos temas kantianos queda en el aire.

Otra de las cosas que me gusta de Jaspers como escritor es lo digerible que presenta lo profundo. El lector se siente envuelto en un monólogo sencillo sobre temas densos, como si de lo cotidiano se tratara. Karl me invitó a tomar café y comenzó a discurrir, de forma muy amena, sobre lo trascendente, en un diálogo íntimo de cosas que sabemos muy adentro pero que son inexpresables. Atribuyo esta calidez a su llegada tardía a la filosofía, como si quisiera tratar al lector con la consideración que él mismo esperó de Kant, pero nunca encontró. En Jaspers escucho muchos ecos de Kant, pero desarrollados de manera comprensiva y amistosa.

¡Me gusta tanto que Jaspers jamás dude de la existencia de Dios! Más bien, lejos de anularlo, lo consolida, afirmando que toda existencia se sustenta en Él. ¿Acaso no es eso lo que asegura San Pablo en Colosenses 1? Así es como Jaspers prueba la existencia de Dios, utilizando la Biblia para corroborarlo. Comienza con Su soberanía en Jeremías 45 (“Yo abato lo que edifiqué y arranco lo que planté”) y sigue con la base de los 10 mandamientos en Éxodo 20 (“sólo hay un Dios” y “no te harás imagen de Dios”) para terminar con el Padre Nuestro en Mateo 6 (“hágase tu voluntad”), en el corazón mismo del Sermón de la Montaña.

Es perfecto la manera como explica el monoteísmo hebreo, pero aún más cómo establece que Dios es incontenible, inexplicable, que no hay imagen que lo pueda representar cabalmente. (Y, de nuevo, ¿acaso Dios no es espíritu? ¿No es eso lo que Nietzsche se refería al asegurar que no podía creer en un Dios que no bailara?). También me gusta cómo Jaspers erige la fe filosófica como el recurso fundamental para acceder a estas verdades de forma inteligente, sí, con otro tipo de inteligencia, pero inteligencia al fin.

Dios no es tampoco ningún objeto de la experiencia sensible. Es invisible, no cabe percibirlo, sólo cabe creer en Él”. Esto es algo que sólo puede exigir la fe.Así, Jaspers continúa diciendo que esa fe sale de la libertad del hombre. El tratamiento de Jaspers del asunto de la libertad humana es sencillamente genial. Jaspers asegura que esa libertad nos vincula con la trascendencia… ¿Cómo así? Yo habría pensado lo contrario. La libertad a veces me ha llevado a olvidarme de Dios. ¿Será que tengo una percepción de la libertad más bien libertina? Debo regresar otra vez allí para entenderlo. Porque, la verdad es que tampoco entiendo mucho la libertad de Sartre…

A propósito de Dios, dice Jaspers que “la existencia de Dios sustenta la existencia del hombre”. Me hizo recordar el gran “Yo Soy El Que Soy” de Éxodo 3. El hombre ES porque Dios es EL QUE ES. Dios es “revelación para la existencia”. Si Dios se revela al hombre (como también lo establece Hebreos 1), ¿cómo es que es tan inasequible? Aun así, hay un encuentro con “el Dios personal” que “obra a través de las libres resoluciones de los individuos”. Acceder a Dios es imperioso porque Jaspers asegura que el hombre busca la dirección de Dios, aunque ésta no es algo que el hombre pueda poseer. Pero esta aseveración es de lo más extraña, porque Romanos 3 asegura que “no hay hombre justo, no hay quien busque a Dios”. Jaspers dice que el hombre debe estar sometido a la voluntad de Dios, por lo tanto, ¡buscarlo debe ser un ejercicio vital!

En cuanto al hombre, Jaspers establece que éste es creación inteligente de Dios, accede al mundo donde vive a través de la interpretación de las cosas, y el significado que adquiere ese mundo producto de esa interpretación. “Si la interpretación es justa, es también objetiva”, continúa el autor. Sin embargo, más adelante Jaspers declara que “todo juicio total sobre el mundo descansa sobre un saber insuficiente”. Es que, por lo que he visto, todo lo trascendente es escurridizo, ambivalente, equívoco, y sujeto a interpretaciones varias. Y pregunto, ¿podemos creer en un Dios que sea también inmanente? Uno que se sienta con nosotros y escuche nuestro agradecimiento y nuestras cuitas. ¿Acaso no es eso lo que hacemos cuando oramos? Pero entonces, no te creas, Dios no está lejos realmente, no. Jaspers declara que “Dios está incalculablemente cerca en la forma absolutamente histórica de su lenguaje, dentro de la situación única de cada momento”. Y sí… ¿quién no ha sentido a Dios en los momentos extremos que nunca faltan en la vida?

Quiero detenerme en esa cita: “Dios está incalculablemente cerca en la forma absolutamente histórica de su lenguaje, dentro de la situación única de cada momento”. Es perfecta, ¿no? Dios se acercó al hombre a través del fenómeno humano más distintivo y fascinante: El lenguaje. ¿Cómo? Vaciando todo su pensamiento y voluntad en ese LOGOS griego que define el origen de todo, LA PALABRA. San Juan dice que la Palabra es esa forma histórica de su lenguaje, y Jesucristo es su máxima expresión, porque Él es el logos. (Si Jaspers inspira este tipo de reflexiones, entonces sí es cierto lo que dicen sus acusadores, ¡Jaspers en realidad es un teólogo!).

Pero, antes de terminar mis impresiones sobre La Filosofía de Jaspers, ¿qué es el requerimiento incondicional? Según lo que yo pude entender, esto es requisito indispensable para que la fe pueda hacer lo suyo: Llevarnos a lo trascendente y hacernos entender las cosas con otros recursos, con otras herramientas, con ética, con amor, con el bien de Platón. Con fe filosófica o teológica, no importa. Y una vez que entendemos esta ética tan alta y trascendente, el requerimiento incondicional nos hace actuar en concordancia: De manera humana, con un acertado sentido de responsabilidad hacia el otro (de Levinas, ¿recuerdan?), sin egoísmos, volcados al bien, a los valores, a lo que verdaderamente nos hace humanos.

Aquí, con el requerimiento incondicional de Jaspers, yo creo que Kant pierde. Los ecos kantianos en Jaspers son innegables, están regados por todo su pensamiento. Pero, mientras el imperativo categórico de Kant erige al hombre como vigilante incansable de su caminar por la vida, para que su conducta pueda ser emulada y deje un precedente, el requerimiento incondicional de Jaspers coloca a Dios como el motor de toda empresa ética, pues es Su voluntad a la que hay que someterse. Entonces, hacer la voluntad de Dios es el requerimiento incondicional… ¡Sencillamente brillante!

Es que, me encanta leer y leer de manera crítica, y Jaspers es uno de los pocos autores que me lo ha permitido. Y me gusta mucho más leer con alguien a mi lado, que acompañe mi descubrimiento paulatino del texto, mi reaccionar prematuro, mi recular tardío. Eso fue exactamente lo que me pasó leyendo a Levinas y ahora a Jaspers. En ambos casos recurrí a mis profesores para registrar mis primeras impresiones del texto, preñadas de asombro a veces, incredulidad y desconcierto otras tantas.

Porque, si bien el requerimiento incondicional de Jaspers me emocionó, su ilustración me confundió, me hizo pensar de ella como aquel proceso racional que se opone equívocamente a la fe. Y me pregunté, ¿a dónde vamos, los humanos, sin fe? Pero Jaspers nunca defrauda, lo que pasa es que hay que tenerle paciencia… No es que la ilustración combata a la fe, no. Es que la prueba, la somete a la razón, la escudriña concienzudamente, para encontrar en ella un fundamento. ¿Lo circunvalante, quizás? Si es así, la ilustración no es la enemiga de la fe, ese elemento que abre la puerta a lo posible, sino que más bien la valida y fortalece, a la fe, en contra del dogma.

¡Ajá! Si la fe, filosófica o teológica, no importa, es sometida por la ilustración a un examen de fundamento, entonces lo que realmente está haciendo es protegernos del abuso de aquello que hay que creer porque sí, porque alguna autoridad religiosa, filosófica o lógica así lo exige. Entonces la ilustración se convierte en la mejor amiga, en aquella que no te deja caer en lo inconsecuente, aquella aliada que no te abandona a la deriva de corrientes de pensamiento adversas a lo que crees, lo que sea que creas.

Si es así y no estoy equivocada, la ilustración verdadera (porque sí, hay una falsa) es la guardiana de la verdad. ¿Exagero? Puede ser, pero no creo. Jaspers trae una verdad que no se negocia, que no cae en el juego de la relatividad, del “depende”. Una verdad por la que vale la pena vivir y también morir. ¿Acaso no fue eso lo que hicieron los apóstoles?

Entonces, para recoger mis impresiones y ordenarlas un poco en mi mente… “Los principios de la fe” sonDios existe, hay un requerimiento incondicional, el hombre es finito, el hombre puede vivir bajo la dirección de Dios. Muy interesante… Debo regresar, masticar esto con más de un estómago.

¿Está claro que me gusta Jaspers, que me gusta cómo escribe, que me identifico con su fe? Yo creo que más claro, ¡imposible!

Por Francis Sanchez

Hola, soy Francis. Me gusta escribir y creo que lo hago bien. Llevo mucho tiempo escribiendo sobre temas biblicos, ya que trabajo como voluntaria Sociedades Bíblicas Unidas de Venezuela.

Estoy casada y tengo dos hijos adultos. Mi hijo mayor siempre me ha impulsado a escribir y publicar. De hecho, este blog es su regalo de cumpleanos para mi

4 respuestas a «Lo Trascendente»

Excelente artículo, querida Francis.
«Jaspers».
Paseas por su obra, describiendo el acto como «…ese diálogo con un amigo con el que te sientes cómoda». Además, tu aporte al sintentizar para tus lectores parte de su legado, me encantó.
Gracias por este espacio de divulgación filosófica.

Hola Helenita: Excelente Comentario sobre Jaspers. Yo estuve dictando sobre él en una de mis clases de Filosofía del Derecho en el Área de Postgrado de la UAM. Analiza.os la No Presencia y la Ausencia y llegamos a la conclusión de que en la No Presencia existe Presencia. Te Felicito.

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