“Las Sagradas Escrituras no significan por el dogmático relato de su origen sobrenatural o sagrado, sino por la expresión del rostro del otro hombre antes de que se haya disimulado o se haya dado una pose…” (Emmanuel Levinas. Ética e Infinito).
Si tuviera que expresar todo lo que la Biblia ha significado para mí no acabaría nunca. Serían páginas y páginas de razones, experiencias, reflexiones, momentos felices de lectura apasionante unas veces, aburrida y pesada otras tantas. Pero para mí ya todo lo que yo diga sobre la Palabra de Dios es lugar común, llover sobre mojado, redundar sobre lo establecido.
Sin embargo, escuchar de alguien más lo que ya sé y he experimentado de primera mano acerca de las Escrituras es estremecedor y sumamente satisfactorio. Porque es que la gente no entiende lo monumental del texto bíblico. Para la mayoría la Biblia es un libro más, pesado (que sí), aburrido (pues también), imposible de entender (ya que no saben que la exegesis es la mejor aliada).
En “Ética e Infinito”, entrevista muy personal y esclarecedora a Emmanuel Levinas, conducida por Philippe Nemo, el pensador francés habla de sus lecturas, de ese canon imperdible para todo filósofo. Y, ¡oh sorpresa! Al final, después de mencionar una lista prolífica de escritores rusos, menciona la Biblia. Levinas dice, hermosa y acertadamente, que:
“la Biblia es el libro por excelencia porque ningún otro llega a las buenas intenciones de nuestras bellas almas y al ideal normativo de lo que debe ser”.
Para la ética esta afirmación es completamente catalizadora. ¡Claro que la Biblia es ética, es normativa para la humanidad entera! Pero no es esa aseveración la que llama mi atención. Más adelante en la entrevista, Levinas coloca la Palabra de Dios como fundamento de todo. ¡Allí sí que está la carne, el centro de la ética! Cuando el entrevistador le pide hacer una comparación entre lo bíblico y lo filosófico en el terreno ético, el filósofo no descalifica a la filosofía, pero sí la coloca asertivamente en su lugar. Dice Levinas:
“En ningún momento, la tradición filosófica occidental perdía, a mis ojos, su derecho a la última palabra; todo, en efecto, debe ser expresado en su lengua; pero quizás no es ella el lugar del primer sentido de los seres, el lugar donde lo cargado de sentido comienza”.
Y me pregunto, si la filosofía no es el lugar donde todo comienza, si la filosofía hace muchas cosas, pero “no da los consuelos que la religión sabe dar” (aunque la humanidad sepa, tristemente, andar sin esos consuelos), ¿cuál es el lugar del primer sentido de los seres, ese lugar donde lo cargado de sentido comienza? Si se lleva bien el hilo de pensamiento de Levinas, ése lugar fundante está en la Biblia. Y su fundamento es el Infinito, quien, según Levinas, es Dios mismo.
¡Qué acertada conclusión y qué educada respuesta! La filosofía tiene su espacio, posee una voz, un lugar privilegiado en el saber humano, un lenguaje para expresar sus muchas preguntas sin necesidad de esperar respuestas. Es un lugar prominente y exclusivo. Pero, la Biblia como expresión del pensamiento y voluntad del Infinito, es superior, fundante. ¿Qué significa esto? Que todo lo que nos inquieta está en Él. Que el ser y el no ser, el caos y la norma, la ética y la empatía (que parecen ser uno en Levinas) están allí, en el Infinito, y en su texto sagrado, “el libro de los libros”, la Biblia. De nuevo, ver tal certeza en otros es embriagante.
En estos días me tropecé con una noticia en mi feed de Google. El artículo hablaba de la filosofía como la disciplina que había reemplazado a las religiones tradicionales, a los psicólogos y al mercado de la literatura de autoayuda. Resulta que las nuevas generaciones han encontrado en la antigua filosofía el aliciente para sus almas. Séneca, Epicuro, Zenón y Diógenes han encontrado una audiencia renovada, hambrienta por recorrer un camino ya muchas veces transitado por otros. ¿Qué diría Levinas de este renovado interés, equivocado y fallido? Les diría que el Infinito es anterior a todo saber y que sus Escrituras se reservan el privilegio de guardar el principio de todo y de todos.
Y, para terminar (que la idea no es superar al autor en la longitud del texto) Levinas asegura que la expresión del rostro del Otro se encuentra pura y genuina, “antes de que se haya dado una pose”, en las Sagradas Escrituras. ¡Y mira que lleva razón! La Biblia tiene una manera muy auténtica de mostrar la realidad del Otro, sin miramientos ni excusas. En esta entrevista, Levinas habla de responsabilidad, ¡incluso de la responsabilidad ante la muerte del Otro! Y, de nuevo, ¿qué libro habla de esta responsabilidad sino la Biblia misma? El Otro es el prójimo al que hay que amar como a uno mismo, ¡aunque éste sea el enemigo! La viuda, el huérfano, el extranjero, el pobre… Cada uno de ellos encontró su lugar en la Biblia. La justicia social viene de allí. No hay ética más superior que esta.
Muchos de los filósofos que hemos estudiado me han hecho pensar, pero sólo dos han removido para bien los cimientos de mi fe: Friedrich Nietzsche y Emmanuel Levinas. El primero porque me hizo reflexionar sobre la veracidad y autenticidad de mis creencias, el segundo porque ha reafirmado lo que sé y creo en mi fuero interior.
Dios, o el Infinito, sea que haya muerto o que ande vivito y coleando, es el fundamento de mi ser. Y no porque lo afirme Levinas, sino porque Él es el Yo Soy. Todo en Él, nada fuera de Él.
(Ahora la tarea pendiente es leer el resto del canon literario de Levinas… ¡Da para la vida entera!)
5 respuestas a «El infinito es el fundamento del todo»
Los fundamentos de tu fe están en el Espíritu Santo, amén.
Todo en El, nada fuera de El. Gracias por compartirlo Helen. Refrescante y reflexivo… Te abrazo!
Y, es que…
El no es un camino.
El es El Camino, La Verdad y La Vida. Ninguno va al Padre si no es por El. Jesus Resucitado y Viene Otra vez.
Levinas dice:
“la Biblia es el libro por excelencia porque ningún otro llega a las buenas intenciones de nuestras bellas almas y al ideal normativo de lo que debe ser”.
Me gustó mucho este pensamiento y cómo acertadamente separa, para bien, a la biblia de cualquier otro libro, pues, tiene una finalidad que nos dirige a lo eterno y busca el cuidado de nuestras almas.
Cómo siempre, gracias por compartir querida Francis. Un abrazo
Dios te bendiga
Sigue escribiendo. Son excelentes tus escritos..