“La mujer virtuosa… Se reviste de fuerza y dignidad, y afronta segura el porvenir”. Proverbios 31:25 (NVI)
Hace un año tuve la oportunidad única de asistir a una concentración a propósito del Día Internacional de la Mujer. Estar en el lugar más emblemático de reivindicación femenina en Latinoamérica fue una experiencia increíble, nutritiva, catalizadora. El día anterior ya Valentina lo había sentenciado: El 8 de marzo es el día perfecto para estar, conmemorar y celebrar a la mujer, ¡y nada más y nada menos que en Buenos Aires!
Ése día me desperté temprano y después de desayunar mis amadas medialunas, salí a la calle, a tomarle el pulso a la ciudad. El Subte estaba igual que siempre, medio vacío ya que el ajetreo tempranero había dado lugar al letargo propio de la media mañana. Me dirigía desde la estación de Acoyte, en plena Av. Rivadavia, a la estación del Congreso, de la línea A, en un recorrido de unos 15 minutos. ¡La Plaza del Congreso! Allí era la cita, el lugar donde yo quería estar desde temprano. Mi plan era caminar un poco por las adyacencias de la plaza e ir al cine Lorca, en la Avenida Corrientes, a ver Belfast, una película británica que terminó ganando el Oscar al mejor guion original en el año 2022.
Cuando llegué a la plaza, a eso de las 10:30 de la mañana, el lugar bullía de mujeres y vendedores de calle, colocando mercancía alusiva a la fecha. Las iglesias alrededor ya portaban pancartas pro aborto y mensajes acusatorios en favor de las mujeres víctimas de la indiferencia de la iglesia católica. Los numerosos comercios estaban vacíos, sus empleados a la espera de un día que para ellos ya era más que cotidiano. Yo, en medio del ajetreo, percibía todo con los ojos bien abiertos y las expectativas a mil, no quería perderme nada. El día prometía ser acontecido.
Caminé unas cuantas calles, por la Callao hasta Corrientes. Allí comí algo rapidito, compré unos chocolates y me metí al cine Lorca, viejo e histórico, con sus salas de butacas rojas, muy vintage todo. Vi la película. Muy buena, muy inglesa, dulce y significativa, sacando con éxito a Jamie Dornan (su protagonista) del marasmo vergonzoso de las Cincuentas Sombras de Gray… Cuando salí del cine, como a las 3:30 pm, ya la ciudad era otra.
Corrientes estaba con su pulso habitual, pero al llegar a la Callao, que pasa por una de los lados que colinda con la Plaza del Congreso, la marea de gente me golpeó. ¿De dónde salieron tantas personas en las escasas dos horas que estuve en el cine? Los sonidos que surgían del gentío eran ensordecedores y variopintos. Consignas, música, gritos, risas, alegría, encuentro humano sin igual, que sucedía embriagadoramente ante mis mareados sentidos. La calle estaba literalmente repleta de gente, el tráfico vehicular hacía horas que había sido relegado varias calles más allá de la plaza.
Me acerqué al Café Martínez más cercano y como pude tomé una mesa dentro del local. Pedí un café y me senté a leer, mientras esperaba la llegada de Juan Carlos y Valentina, que llegarían como a las 5 pm, al término de su jornada laboral. ¿Leer? No, no pude. Lo que sucedía afuera era demasiado atractivo para enterrar las narices en un libro. Mujeres de todo tipo, niñas, viejas, jóvenes, atrevidas, recatadas, alegres, circunspectas, solas y acompañadas, estaban allí, a escasos metros del ventanal desde donde se asomaba mi mesa. El ambiente era irresistible… Llegaron Juan Carlos y Valentina. Finalmente me adentraría al corazón de la concentración. Y créeme, lo que ya había visto era pálido con lo que estaba a punto de vivir.
Una mujer muy entrada en años se tropezó conmigo. Giro para verla y veo que tiene un cartel atado a su cuello con la foto de una chica muy joven. Ella me ve y dice, sin más: “Es mi hija, murió víctima de la dictadura de Videla, hoy tendría más o menos tu edad. Estoy aquí por ella”. Yo no atino a contestarle, absorbiendo todo con pesar. Más allá, está un grupo de mujeres gritando consignas: “Ni una más, ni una más. Si hoy llego a ser la próxima, maten al desgraciado y abracen a mi vieja”. Las mismas consignas escritas en carteles, yo sintiendo pesar, pesar por tanta desgracia.
Pero más allá, la cosa estaba mucho más liviana. Me tropecé con un grupo feminista cristiano, que gritaba consignas a favor de Cristo (contradictorio a todo dar). Más allá, unas chicas jovencísimas se quitaban las franelas y mostraban sus hermosos y firmes senos al aire, felices de estar libres del yugo conservador del sostén. Pero, a unos escasos metros, estaban unos trans mostrando orgullosos sus senos, sí, pero enfundados en hermosos sostenes o bustiers, con lentejuelas y todo, ¡una locura! Luego, me encontré con unas chicas que se besaban apasionadamente, mostrando su amor sin freno ni fronteras. Yo, como loca, viendo todo, no queriendo perderme nada…
Pero, dejando atrás lo vivido, y concentrándonos en el evento en sí, ¿cuáles son los inicios del Día Internacional de la Mujer y por qué fue creado?
Mi amado y nunca bien ponderado Wikipedia dice que el “Día Internacional de la Mujer”, anteriormente denominado “Día Internacional de la Mujer Trabajadora”, conmemora cada 8 de marzo la lucha de las mujeres por su participación en la sociedad y su desarrollo íntegro como persona, en pie de igualdad con el hombre. Fue propuesto por Clara Zetkin en 1910, y se aprueba en el marco de la “II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas”, celebrada ese año en Copenhague, Dinamarca. Indudablemente, el 8M es producto de los muchos desmanes que han sufrido las mujeres a lo largo de la historia.
Pero, no es sólo producto de los desmanes, también la ineptitud e irresponsabilidad de los hombres ha jugado un papel determinante en este tipo de iniciativas como el 8M. Por lo menos en nuestra Latinoamérica, los hombres brillan por su ausencia, dejando a un gran contingente de madres solteras a merced de circunstancias nada favorables. Es por eso que el término “empoderamiento” me causa tanta gracia en nuestro contexto. ¿Qué empoderamiento, vale? ¡Si la mujer no se embragueta y se pone las pilas, la raza latina desaparece de la faz de la tierra!
Para muestra, un botón… En una ocasión estábamos discutiendo sobre el feminismo en Latinoamérica en una clase donde yo era la única mujer. Todos opinaron y esperaban con ansias mi opinión. Pero, quien dio la nota acertada fue uno de los profesores. Ante la pregunta sobre el verdadero poder del hombre en la sociedad Latinoamericana, el profesor Marlon dijo que, al hacerle esa pregunta a su abuela, ella contestó: “Mira, no sé. Yo siempre he disfrutado de mucho poder e influencia en el seno de nuestra familia. No te sabría decir nada sobre el poder de los hombres”. De más está decir que el silencio fue elocuente y ensordecedor.
Sí, las mujeres somos fuertes y corajudas, y sí, tenemos mucho poder en la sociedad. Pero esta realidad no anula la otra realidad: Mujeres que sufren violencia doméstica y sexual, mujeres ignoradas en una sociedad machista (que muchos dicen que es forjada por nosotras mismas), mujeres que son violadas y asesinadas por propios y ajenos, mujeres que son silenciadas para siempre por adversar sátrapas, como esa chica que su madre no olvida y que se encarga de honrar cada día.
El 8M ha dado pie a muchas cosas que hoy yo vivo como en un eterno asombro. Las mujeres gritan sus derechos, muchas veces vulnerando los derechos de otros, porque es mucho lo que han tenido que soportar. Pero, todo esto me recuerda a Jesús… En medio de quienes aún acusan a la Biblia de ser un texto retrógrado y machista, se erige el Señor colocando a la mujer en su justo lugar, con una dignidad que aún no encuentra parangón. Lucas da cuenta de una lista de mujeres nada despreciable que seguía a Jesús. El texto bíblico relata encuentros de Jesús con esas y otras mujeres, relatos llenos de compasión y dignidad. Más que sentirme orgullosa de ser mujer, en realidad me siento orgullosa de ser seguidora del Señor Jesús.
Ay, Buenos Aires, ¡cómo disfruté el 8M en la Plaza del Congreso! Caminamos, gritamos, cantamos, nos sentamos en el piso para descansar y hablar del evento. Nos acompañaron María, una venezolana amiga de mis hijos, y Luisa, una chica argentina muy orgullosa de su nación y de la lucha que ella representa. Al final de la noche recalamos en Sbarro para comer sendas pizzas al mejor estilo americano. Juan Carlos se comportó de manera ejemplar, nos acompañó, río mucho y también se unió a la reflexión. Es que mis hijos son buenos hombres, hombres como los que se necesitan para dar a eventos como éste un sentido realmente significativo.
Si lo que toca es conmemorar, pues hazlo. Si de celebrar se trata, disfruta. ¡Feliz día, mujer!
8 respuestas a «¿Día de la mujer?»
QUE VIAJE! el que me has hecho dar, Francis!…tengo un nudo en la garganta!…. gracias, mujer preciosa, indispensable en mi vida!
….y si, Latinoamérica ha Sido y es ….las madres! La mujer, que afronta donde el hombre cobarde huye…
Excelente escrito, me gustó mucho la expresión… un silencio ensordecedor.. me lo voy a copiar. Gracias hermana Francis por sus refrescantes relatos que nos enganchan a seguir leyendo.!
Gracias por compartir tus escritos con nosotros
Mi querida Francis Hermoso relato, en el 2020 yo también estuve en la plaza congreso disfrutando de la conmemoración, nutriendome de historias y vivencias de los argentinos (bella ciudad Buenos aires ). Disfruté cada una de tus palabras y mi imaginación voló a esa mesa disfrutando de una café con media lunas . Tus hijos excelentes hombres, ejemplos de lo que debe ser la figura masculina en una relación y entorno social. De hecho Roger lo considero ( con tu permiso) otro hijo amado Gracias por este blog Un abrazo Elena dios te bendiga
Las mujeres argentinas tienen un dolor que resalta cualquier evento, Videla las marcó con reserva ante situaciones feminista, excelente comentario de Buenos Aires.
Me sentí en Argentina. Gracias por compartir
Me quedé con la duda de cual seria la consigna que gritaban las feministas cristianas jeje. Un abrazo querida Francis, siempre un gusto leerte.